《Un chico simpático.》

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Liam se había fascinado al tener el encontronazo con la joven del torreón de al lado. Mas, cuál fue su sorpresa al encontrarla frente al portón de su propio castillo.

Él solo había bajado a petición de su madre, ya que alguien habia hecho sonar la madera de la entrada. Y cuando abrió la puerta, su corazón estuvo a punto de salir disparado.

Ella estaba allí, tan bonita como siempre. Su cabellos dorados estaban trenzados con precisión y lucía un hermoso vestido blanco.

- Hey. - Dijo, sonriendo de oreja a oreja.

- He-Hey... - Murmuró el joven caballero como respuesta, con la voz llena de nerviosismo.

- Me recuerdas, ¿verdad? - Preguntó ella.

"¿Como no recordarte?" Pensó Liam.

- S-Si, claro. Lizzy. Vives al lado.

- Exacto. - Asintió la doncella. - Quizás ya lo sepas, pero acabo de mudarme aquí con mi padre, así que somos nuevos en el vecindario.

Él asintió, sin decir una palabra. Su voz lo tenía encandilado.

- Así que mi padre me dijo que intentase hacer amistad con los vecinos y todo eso, ya sabes... - Se encogió de hombros con una sonrisita. - Así que si quieres, tus padres y tú podeis venir a pasar el rato a nuestra casa cuando queráis.

El corazón de Liam estaba a punto de estallar.

- E-En realidad vivo solamente con mi madre, p-pero se lo diré. Seguro que le gusta la idea. - Murmuró ajustandose las gafas.

- ¡Genial! - Exclamó Lizzy. - Y, por cierto, cuando te aburras o no tengas nada que hacer, puedes venir a verme y pasar un rato conmigo. - Le ofreció. - Podemos dar un paseo algún día para que me enseñes el barrio. Me siento un poco desubicada aquí, pero tú pareces un chico simpático. - Concluyó con una risita.

"Un chico simpático."

Una intensa y alborotada justa medieval parecía estar teniendo lugar en el estómago de Liam.

Por todos los Dioses. No solo era la primera en entender que era un chico, sino que también lo había halagado.

- G-Gracias... - Liam intentó regalarle su mejor sonrisa. - No dudaré en pasar por tu casa.

- Estupendo. - La joven dama le devolvió la sonrisa y comenzó a alejarse, agitando la mano en gesto de despedida. - Nos vemos, Liam.

Inconscientemente, el chico se mordisqueó el labio, sonriendo tontamente, y le devolvió el gesto.

Cuando la hermosa doncella se marchó, nuestro príncipe entró en su castillo y apoyó la espalda en la puerta, suspirando largamente. Se llevó las manos a la cara; sentía las mejillas arder.

Sonrió. Aquella chica le gustaba cada vez más.

I'm Not a Princess.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora