Cartas a la Dueña de mi corazón.

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Te deseo el más dulce de los despertares, mi bella flor. Deseo nuevamente tomarte entre mis brazos para arroparte con el más dulce de los manjares el cual está cuando nuestros labios son testigos. Espero nuevamente poderme arropar con tu cuerpo desnudo sobre el mio, teniendo como testigo la luna de nuestra pasión.

Con amor, Inad.

La chica tomo la carta. Atrayéndola hacia su corazón, las lágrimas salían de su rostro sin parar con una sonrisa que podía iluminar hasta el lugar mas oscuro del mundo.

Sabía que el estaría velando por ella, como ella lo hacía por el cada noche, cada día. A cada hora del día, a cada minuto.

•••

Mi amor, necesito estar junto a ti. Esta es la carta cuarenta que te escribo. Llevo tantos días lejos de ti. Que creo que me estoy volviendo loco, mi corazón lleva demasiado tiempo cerca de tí, quiero tenerlo cerca de nuevo siquiera recuerdo su ladito dulce junto al del tuyo. Necesito... Te necesito a ti.

Te ama, Inad.

Odiaba esas cartas. Esperaba y esperaba interminables días y muchas de ellas se perdían en el camino. La incertidumbre se adueñaba de todo dentro de ella. Pero su amor se tornaba a algo que no le gustaba.

•••

—Sentimos decirle que está es su última carta señora.

Lloró, sin siquiera abrir aquel envoltorio, mirándolo con odio y amor al mismo tiempo. Debatiendo su corazón si abrirlo o nunca abrirlo, para saber que tenía algo de el. Algo que no sabía. Algo que permanecía ahí, además de su amor por él.

•••

Los años fueron testigos de la chica. Tomo la mano de otro hombre, no le amó como a Anid, pero le proporcionó una vida, una hermosa hija y algo que esperar cada día, sin ser presa del no volver a verle.

Un baúl la miraba día a dia, deseando ser abierto. Cuando las arrugas aparecieron por su rostro y su árbol genealógico aumentó se olvidó de su contenido. Este tenía la última carta que ella comenzó a leer.

Mi querida Amla, mi hermosa y querida amada. Esperaste demasiado por mí. Probablemente recibas esto cuando deje de respirar, tuve que hacerte caso. Al darte mi corazón también tuve que entregarte mi entera servidumbre. Pero fallé. En algo no fallé, en amarte. Tratarte como lo que eras, una reina. Eres la que más mereces un final feliz y por ello acabe donde estoy. Trabajé para que hubiera paz en el mundo que habitaríanos y nuestros hijos. Pero creo que eso me será imposible. Pero siempre recuerda algo.

Eres, y serás siempre la dueña de mi corazón.

Te ama, Anid.

Su llanto no alertó a nadie. Estaba completamente sola. Los años lograron que siempre estuviera sola donde todo empezó, en un cuarto lleno de polvo con una pequeña cama que solo guardaba buenos recuerdos de una hermosa juventud.

O eso creía.

Vio a su amado. Esperándole en el más allá. En un mundo en el cual nadie ni nadie podrá separarlos esta vez.

No dudó en ir a su llamada.

Mis Delirios NocturnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora