Lucifer

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Pura Europa del siglo XIV. Y un temor que invade hasta a los mayores nobles, las enfermedades endémicas, que optaba por romper las barreras entre nobles y plebeyos.

-Dejad de permanecer ahí, no vaya a ser contagiado de estas sabandijas.– el tono alarmó a mis más profundos pensamientos, dejé de seguir observando a un cuerpo adyacente a mis pies.

-Dijeron que Dios nos salvaría.

-Dios es benevolente.

-Y omnipotente, también es bueno y sabio.

-Amén.–Incluyó cesando la conversación de dos metros de distancia entrando al fin en su hogar.

La gente opta por dejar pudrirse a la pobre calaña que repta por las calles, olvidan que fueron en un pasado no muy lejano de la misma forma, pero pedirles peras al olmo es imposible. Tanto como la salvación. Creyendo que por mayor sea el montón de oro que desborde de tus bolsillos menor será la probabilidad de contagiarse de tal maldición.

-Señor, le dije que se dirigiera a su cobijo mientras se encargan de limpiar las calles. –Uno de los soldados hizo que mi mente volviera, dirigiendo mi mirada hacia él. Un aspecto totalmente desaliñado y poco "noble" un olor repugnante invadía mis fosas nasales, un regusto a pescado y a podrido saliendo entre los huecos de sus dientes de oro.-Mala imagen para un soldado-.Escuchó mi murmuro ya que su ceño se frunció intentando localizar las palabras que se desvanecieron cuando las nombre. Mirándome sin recelo, buscando una respuesta que no saldría.-Nada, simplemente no terminaba de saber donde me situaba.

El gesto provocando arrugas desde su frente a la zona del cuello, se relajó haciendo un gesto despectivo con la mano.

Mis Delirios NocturnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora