Educación ante todo.

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—Hija de puta mal parida.

Me miraba con odio, haciendo el máximo ruido posible desplazando la silla para levantarse indignado y irse por donde ha venido.

—Yo no te he faltado el respeto.

—Acabas de romper conmigo sin dar un motivo. Veo muy lógico enfadarme. –Se movía frenético por toda la casa. Ya estaba empezando a ponerme nerviosa.

—Llevamos, dos días. Más que motivó suficiente para acabar con esto que tenemos.

—Dos días, no dan para nada, solo para follar y poco más.

—Por eso mismo, me has demostrado que solo me quieres como compañera de cama. Yo quiero algo mejor, lo siento. Pero te invito a irte de mi casa.

—¿Estas de puta coña, no? Venga, ha dejado de tener gracia hace mucho Eiza. –Se sentó de nuevo mirando a todos lados. Sobre todo a mi.

—Estoy hablándote totalmente en serio.

Me miró incrédulo nuevamente. Recordándole a todos mis antepasados que lo había dejado.

—Parece que no tienes sentimientos Eiza. Pareces una maldita estatua siempre joder.

—La educación no he de perderla por alguien que conozco, hace menos de una semana. No te mereces que sienta nada por ti. Siento eso.

Estuvo a punto de hacerme daño, pero era así. No quiero sentir nada por alguien que solo me otorga sexo y encima está el día quejándose de todo tipo de cosas triviales de la vida. Para eso me compro un consolador y me ahorro la parte incómoda.

Se fué dejándome sola con mi soledad y tan solo pude abrirle las puertas de par en par invitándola a entrar.

—Y todo esto por ser respetuosa y ser sincera a la vez, tratada como una muñeca sin corazón. Cuando lo que no me cabe en el corazón es más dolor.

Miré hacia el retrato de mi padre que casi tiro en una disputa. Colocándolo bien de nuevo después de darle un beso. Tanto que me hizo pasa, pero ahora lo entiendo todo.

Ya lo entiendo al fin padre.

Tanto que me regañaste por ser educada y buena niña. Todo para que la gente me odiara menos. Pero eso solo hizo que sus corazones sufrieran menos que el mío. Gracias.

En serio padre, tanto que me castigaste, tanto odio que cargue por ti. Pero ahora todo tiene sentido, ser fiel a uno mismo importante, lo que opinen también ha de dar igual a una justa medida.

Gracias.

—Hey, míster educada.

La vecina de al lado estaba asomada en la ventana del patio mirando a mi dirección.

—¿Sucede algo?

—¿Te apetecería venir a mi casa a tomar algo conmigo? –Me sonrió amablemente al ver mi rostro se le iluminó mas aun el rostro.

—Seria todo un honor.

Mis Delirios NocturnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora