Capitulo 4

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Kate

Tenía en mente divertirme, llegue al bar donde nos veríamos, me pare afuera a respirar un segundo. El lugar era demasiado elegante. Me alegra no haber exagerado con mi vestimenta.
Me acerco al hostess.

—Señorita, buenas noches ¿Espera a alguien?

—Si, en verdad no se si ya este adentro. Se llama Ryan Carter.

—Claro, el señor Ryan Carter está esperándola adentro, acompáñeme, por favor.

Le seguí, el lugar se adornaba con candelabros gigantes y varias decoraciones en color dorado. Al final le alcanzo a ver. Se levanta al verme. Fornido, cabello café inclinado hacia un lado, ojos grises. Lisa tenía toda la razón. Su perfume entró en mis fosas nasales, un rico olor amaderado fresco.

Leo...

Kate salió con ese imbecil, cuando vi que avanzo el coche entre a mi casa, todos me miraban interrogativos.

— ¡¿Qué?!—grite.

—Nada hermanito—todos rieron ante ese comentario de Daryl.

— ¿Entonces nos quedaremos aquí hasta que ella regrese?—preguntó Carlos.

—Sí—respondí.

—Puedo preguntar, Carlos. ¿Tienes algo en mente con Kate?—preguntó Steve, levantándose del sillón.

Carlos estaba dándole un trago a su cerveza, la dejo en la mesa y sonrió.

—No lo sé, puede que sí. Es hermosa, una muñeca.

Conozco a Carlos, cualquier cosa que tenga en mente no la diría. Siempre trabaja en silencio. Supe cuando me volteo a ver que lo estaba diciendo para ponerlo celoso. Steve se cabreo, yo lo detuve.

—Leo, quítate le romperé la cara.

—Aquí el que romperá caras soy yo, peléense afuera, en mi casa no. Eres idiota Steve, lo dice de broma. Si esa fuera su intención no lo diría en voz alta.
Lo aventé regresándolo al sillón.

—Si, Steve estoy jugando. Solamente con lo de puede que si, con lo demás que dije que era una muñeca eso si lo decía de verdad.

—Eres hombre muerto—dijo Steve.

— ¡Tranquilos!—Adam se metió en medio de ellos para evitar que se golpearan.

  Se sentaron, Steve le veía con ojos de odio. En veces se le pasaban las copas. Carlos estaba verdaderamente divertido.

Daryl

Después del altercado entre Steve y Carlos, mi teléfono timbra.
—Joder, es Lula.

—¿Contestarás?—cuestiona Leo.

—No lo sé.

—Que más da, entérate que quiere—sugiere Carlos.

—Que más da—digo y me levanto.

Me dirijo a la puerta, contesto.
—¿Lula?

—Hola Daryl, estuve pensando tanto y me gustaría hablar contigo.

—No lo sé, estoy en medio de algo.

—Por favor, te lo pido.

—Vale, no te prometo nada, veré que puedo hacer.

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