—Claro que lo eres.
— ¿Has visto a Lana?
—¿Lana? Si la vi, esta...
Arqueo mi ceja y el para su oración.
—Si te refieres a que si eres más atractiva que ella sí y por mucho. ¿Pero a que se viene esto?
—Nomas, simple curiosidad. La vi también.
—Estas hermosa, Kate y espero que encuentres alguien que haga ver esa belleza que tienes tanto dentro como por fuera—se acerca y pone su palma en mi mejilla—. Por mi parte maldigo cada día que te hice mal, que no supe quererte, y ojalá quisiera regresar el tiempo y nunca haberte engañado.
Su confesión me saca de mi órbita, estamos tan cerca, estoy clavada en sus iris cafés.
—Steve—murmuró y el me detiene.
—No, tienes que saberlo. Al fin puedo admitir que fuiste lo mejor que tuve, eres única, aún me gustas, aún te veo y quiero besarte.
—Pero... tú me dijiste que te habías resignado a esto.
—Me engañe a mi mismo, desde que nos vimos ayer no dejo de pensar en ti.
Me doy cuenta de el giro que ha tomado esta conversación y me separo.
—Yo, ehhh esto es extraño, no me esperaba esto.
—Lamento si te incomode, pero necesitaba que lo supieras.
—Agradezco tu sinceridad, debo bañarme y arreglarme, voy tarde.
—Está bien, no te quito más tu tiempo—se acerca y me da un beso en la mejilla.
Me quedo inmóvil ante el, ¿Que carajos paso?
Se da la vuelta y sale de mi habitación, yo no sabiendo que carajos paso camino al baño dispuesta a bañarme.
El agua fría recorre mi cuerpo, ¿estaré haciendo lo correcto? Entre las preguntas que me hago termino de bañarme y veo que ponerme, elijo por unos jeans con un top negro que deja mucho a la imaginación, unas botas negras de tacón, me maquillo y tomo mi chaqueta. Bajo y está Leo hablando con Steve. Tomo mi bolso que deje en la cocina y camino a la salida.— ¿A donde vas?
—Me invitaron una copa—le guiño el ojo a Leo y salgo.
Steve me mira divertido, no le tomo importancia y camino a mi auto, veo el auto de Steve a fuera, rio al recordar nuestras escapadas. Subo a mi auto y lo enciendo, llego al lugar y Trevor me espera en la entrada.
—Perdón por la demora, me había quedado dormida—digo tragando saliva tras su mirada penetrante.
—Simplemente te ves fantástica.
Sonrío tímidamente y me invita a pasar, pasamos y todos los hombres del lugar me miran fijamente, finalmente nos sentamos en la barra.
— ¿Tequila?—pregunta con una sonrisa de lado.
—Sí—digo sonriendo amablemente.
Pide la bebida y se voltea hacia mi, el bartender sirve dos shots y los deja sobre la barra.
— así que cuéntame, ¿como te has sentido?
—Yo bien creo, todo está volviendo a la normalidad.
—No vuelvas a tener esos arranques que te dan.
—No, me alegra que ese golpe no haya pasado a mayores.
—Mmmm—toma su vaso y lo eleva.
Yo le digo tomando el mío y lo chocamos.
—Empecemos de cero—pronuncia y yo me confundo.
— ¿Empezar de cero?
—Sí, por más que quiero no puedo olvidarte, quiero que olvidemos todo.
Cuando escucho eso yo tomo de un solo trago el líquido dorado.
— ¿me puede servir otro?—digo girada al bartender y el me lo sirve.
Vuelvo a tomármelo de un trago y vuelvo a pedir otro.—Tranquila.
—Si, si. Solo he estado muy estresada—digo y seguido tomo el último que pedí.
—Bueno, sé que esto es difícil, pero eres importante para mi, y creo que tú eres la indicada en mi vida.
—Yo...
Muevo mi mirada hacia la puerta del bar y veo a Daryl entrar. Mi corazón se sobresalta y Trevor nota mi nerviosismo.
– ¿Pasa algo?
Me giro hacia él y sonrío.
—No nada.
Daryl pasa y se sienta en el otro extremo de la barra, perdido en su móvil, no presta atención a los demás. Trevor está de espaldas y no logra verlo. Trato de calmarme y seguir normal.
—¿Como estás tan seguro de que soy la indicada en tu vida?
—Por que estoy contigo y me siento contento, disfruto de ti, de tu compañía.
Desvió la mirada al reluciente piso de color café llamativo.
Comienzo a sentirme incómoda quiero salir corriendo de aquí, no quiero tomar más, entre más bebo más pierdo el razonamiento. No pienso más allá.
—Gracias por los tragos y esta noche, Trevor, pero estoy cansada y quiero regresar a casa.
—Pero si apenas son las 11 de la noche, Kate.
—No, no. Ya bebí demasiado, será mejor que regrese a dormir.
Deja de insistir y hace una seña al mesero, me adelanto a sacar dinero y deposito el dinero en la barra.
—No, no. Yo pago.
—Así está bien, Trevor. Quédese con el cambio.
El empleado me sonríe, no quiero deberle nada a nadie, me apresuro a voltear a salir y Trevor va atrás de mi. Me toma del brazo para que no me adelante pero yo lo ignoro y sigo caminando, una vez apunto de salir va entrando Lana.
— ¡Trevor!—exclama Lana dándole un abrazo como si se conocieran de años.
—Lana, ¿como has estado?—pregunta Trevor animado.
Yo me quedo a escuchar la conversación.
— ¿Se conocen?—preguntó confundida.