A pedradas con la luna

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En estos crepúsculos de humo y Septiembre parece que aún te importa el calor, pues ya no te vistes de manga larga con mis besos.

El recuerdo del verano me hacía acudir, de una forma u otra, a la licorería o a tu balcón.

Y así estoy.

A pedradas con la luna.

Quizá con suerte me abras por el ruido, o alguna de mis piedras acierte y consiga bajarla como te prometí en aquel bar de copas, escondidos entre callejones y gatos negros de la gente y tus miedos.

Pero solo eso, quizá, pues quizá abras tu ventana y la cierres al ver al mismo loco de siempre, dando la vuelta al reloj de arena; con su guitarra rota y un cigarro del que solo quedan las cenizas.

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