La lluvia golpea mi puerta, mi techo, mis ventanas, mi alma. Regresa como cada otoño a que pague las deudas con mis dudas. Pero ya no tengo sangre que darle, no me queda un solo rincón en los pulmones que no haya conocido la más negra de las suertes, que pueda ofrecer nuevas experiencias. La lluvia, incesante, ametralla mi mente cada segundo exigiendo versos de fracaso, decepción, desamor; nuevas tormentas. Es ella a quién temo y no al eléctrico verdugo y su atronador fusil. Pide a gritos que rasgue mis venas, que mi pecho se abra hasta dejar salir la última de las penas que guarda, hasta que sus negros latidos se vuelvan más y más claros, asemejando el color que tiñe su manada de nubes, nutriéndose de mi amargura. Lloran, cada vez más aterradas, pues de no ser por la purga que sufre mi corazón cuando ella acude, estas nubes de hielo y palabras que le dieron vida, morirían. Es por ello que escupo lo negro en el papel más cercano, para que el diluvio no cese de limpiar mi ser hasta que muera en la más seca y desierta escasez de vivencias.

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Poesía Nocturna
PoetryLa poesía se compone de sueños que de noche cobran vida. ¡Vota y comenta si te gusta lo que escribo!