Tiempo

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Tú que fuiste tan paciente... ¿He de llorarte ahora que me niegas una despedida?
Las aves ya no anidan en tus manecillas, se cansaron de tus caprichos y tu ausencia tan monótona, aunque presente y puntual en los últimos minutos que nos brindas, siempre de mala gana hasta contemplar nuestro fúnebre suspiro final.

Nunca fuiste de llorar en vías de tren.

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