Juncos

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Las plumas quiebran la rama
frente a la ventana de unas ruinas
atemporales,
que ya eran ruinas antes de que el tiempo las obligara a serlo.
El árbol, ya seco,
no es más que raíz soñando ser fruto;
ser semilla y hoja
cuando llegue la hora de danzar entre los juncos,
y que ellos no dejen,
jamás,
de vibrar
ni el día que los olvide el viento
en esa orilla
sin río,
sin mar,
sin más que esta nada
sin ti.

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