No puedo dormir. No concilio el sueño. No dejo de imaginar campos, campos y campos de trigo, que tiñes de dorado con tu mirada en la soledad irónica de un mundo abarrotado que no gira más que por inercia.
No puedo dejar de pensar en whisky. Un pozo negro por vaso que llenar con la botella del más sabio licor. El veneno que inunda mis venas pide a gritos otra dosis de tus labios.
No puedo gritar. Es decir, podría; pero al no escucharlo nadie, toda su rabia, su negra injuria, su muerte, se ahogarían junto a las colillas tras tirar de la cadena. Solo debo encontrar el camino de vuelta a tu cama en este laberinto de manecillas y doce burdeles.
No puedo dejarlo marchar. Soy incapaz de soltar, de perder de una vez esta agonía que nace al recordar, al haber olvidado como olvidar que ahora tu insomnio es la cuna sin sueño, la nana sin llanto, la pesadilla sorda de otro necio. Traté de esconderme en los bares, en las aceras y esquinas de una ciudad necrófaga sin más color que el gris del polvo, pero la pena siempre acababa hallando mi cadáver. De algún modo los muertos, a veces, seguimos respirando durante siglos.

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Poesía Nocturna
PoetryLa poesía se compone de sueños que de noche cobran vida. ¡Vota y comenta si te gusta lo que escribo!