Marea

271 16 3
                                        

Me baño, con frecuencia, en latidos de río y corrientes de vena, en lagos de envidia alquitranada, soñando ser océanos; ser vida.
Me baño desnudo, sin pudor, ante la mirada atónita de las olas que no rompen, de los barcos que no zarpan, de las sirenas de un burdel. Reposo el alma en la fluvial cuna del reflejo celeste, agarrando con los dedos la deriva de mis pensamientos, dejándome llevar sin ser llevado, dejándome hundir en tu mirada, dejando; a secas o a mojadas, de amarte. Es entonces, tras comprender que la felicidad se encuentra en tocar fondo; cuando las olas rompen, los barcos braman, y las sirenas no contestan tus cartas.
Solo pernocto ya en la resaca de un viejo mar de más sal que azufre, llorando junto a las faldas de la marea, sufriendo por igual el deseo de una Luna que huye, y atrae.

Poesía Nocturna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora