My Demons|| Dean Ambrose (Retaliation#2)

Capítulo 11- Estás en problemas

Antes de que lean esto, hay algo que quiero decirles. Quiero que sepan que esta historia es mi vida, básicamente, y que la amo tanto como el apoyo que le dan ustedes. Es por eso que siento que en este capítulo me estoy arriesgando a perder a mucha gente que tal vez está leyendo esto. Quiero decirte que, si después de leer esto decides dejar de leer, te agradezco por el simple hecho de estar aquí. 

Cuando empecé la historia, o más bien cuando tomé la decisión de hacer la segunda parte del fic, los hechos ya estaban en mi cabeza. Por lo tanto, esto que van a leer ya estaba planeado. 

Me dejo de rodeos, solo quería decir que me estoy arriesgando al escribir esto y que, si por alguna razón no te gusta el rumbo que tomará la historia, me gustaría que lo pensaras bien y pienses si quieres seguir leyendo. Eres libre de hacerlo o no. 

Seguiré con este fic, pase lo que pase. 

Finalizando, espero que disfruten del capítulo :)

El sonido de una bolsa de patatas fritas resonaba hasta por el pasillo por el que caminaba, dirigiéndome hacia el break room del que provenía semejante ruido junto al de un sorber de soda.

Charlotte estaba con sus piernas apoyadas a lo largo del sofá, una sobre la otra mientras recostaba cómodamente su espalda en la cuerina. No tardó en apartar su vista del televisor en cuanto golpeé suavemente con mis nudillos la puerta a medio abrir.

—¡Lunático! ¡Qué bueno verte!—Exclamó con una sonrisa.—Ya me estaba aburriendo aquí sola. Ven.

La rubia sacó sus piernas del sofá, sentándose de manera más erguida en tanto me encaminaba silencioso al interior de la habitación. La fémina dejó su vaso de refresco sobre la mesa llena de aperitivos, los cuales probablemente ella había llevado hasta ahí para ver el Smackdown de esa noche. Cuando hubo ordenado rápidamente el sofá y quitado algunas migajas que quedaron en sus apegados jeans oscuros, dio un par de divertidas palmaditas sobre el lugar cerca de ella.

Todavía en silencio, me senté suavemente sobre la esquina del sofá, manteniéndome lo más cauteloso posible bajo mis gafas de sol.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué estás usando esos lentes aquí dentro?—Preguntó perpleja, a lo que procuré actuar lo más natural posible al acomodarme distraídamente dicho objeto sobre la nariz.

—Me gustan.

Me encogí de hombros, y con un aclarar de garganta, me recosté lentamente contra la cuerina a mis espaldas. Sabía que Charlotte no me creía una palabra, pero intentaba no ceder a la sensación nerviosa en mi estómago y simplemente actuar con normalidad.

Pero los dedos de la fémina fueron rápidos al alcanzar las gafas solares, quitándomelas con un brusco movimiento y que me descubriera sin preámbulo alguno aunque cerrara con fuerza los ojos.

—¡Santa mierda...!—Escuché el sonidillo de los lentes al caer sobre el acolchado que nos separaba.—¿¡Qué demonios fue lo que te pasó!? ¿¡Por qué parece que te golpearon el ojo con un ladrillo!?

—No fue un ladrillo, Charlie. Solo el puño de Castagnoli.

El actual feudo de Nikki bella me miró con un mohín exasperado, a lo que solo me incliné un poco para alcanzar uno de los mini emparedados sobre la bandeja de plata en la mesa.

—Adivino...—Hizo una pausa, en la que solo la imaginé frunciendo su labio hastiada mientras me dedicaba a masticar.—¿Pain?

Seguí comiendo, solo que esta vez fui en busca de la soda que ella bebía antes de que llegara. Charlotte no tardó en darme un manotazo en el dorso de la mano, alejándome al instante y prestándole atención.