Capítulo 15- Dean y su gran bocota

352 40 13
                                    

Sus nudillos impactaban contra la piel de mi abdomen, pero solo podía recogerme como un gusano en el suelo. Mis dedos intentaron alcanzar algo de lo que aferrarme, pero solo estaba la mano de mamá inmóvil sobre el cerámico frío.

Me las arreglé para agarrarla con mis temblorosos dedos, apretándola un poco cuando otra patada impactó en mi estómago.

Era una de las peores palizas que me habían dado, y todo porque mi padre estaba borracho. Según su esposa, no sabía lo que hacía.

Trataba de recordarme eso todas las noches, una y otra vez.

Comencé a abrir mis ojos con suavidad cuando, fuera de las patadas y gritos de John Good, algo más llamó mi atención. Mi mano era apretada con suavidad, como si intentara reconfortar el dolor por el cual estaba pasando y poco a poco conseguía destruirme.

Mis ojos cristalizados se encontraron con los de aquella mujer de mirada cansada y moretes en el rostro, la cual consiguió levantar las curvaturas de sus partidos y temblorosos labios hacia mí.

Era como una verdadera pesadilla, a la cual ninguno de nosotros tendría escapatoria.



Desperté alarmado, casi saltando entre las colchas y soltando un grito que me dejó sin aire. Miré la habitación, recordando dónde estaba. Mi respiración agitada y el sudor frío a lo largo del cuerpo solo me recordaban que había tenido otra de esas malditas pesadillas.

Terminé por suspirar lentamente, tallándome la cara con las manos y tratando de que mi mente poco a poco volviera a su estado normal.

¿Hasta cuándo seguiría esto?

Viví años sin pensar en ello, sin pensar en nada sobre ese pasado roto que dejé a mis espaldas. Si era así ¿por qué las cicatrices están abriéndose otra vez?

Mantenía la mirada en mis manos temblorosas, rogando internamente que pronto se calmara mi agitado corazón y que todo mi ser regresara a ser estable. Hasta que el sonido de unos fuertes golpeteos me sacó de trance.

Levanté la cabeza casi de golpe, dejando que los segundos pasaran antes de que volvieran a golpear la puerta de mi habitación con más insistencia.

Me quité las sábanas de encima, para a continuación encaminarme descalzo por el lugar en dirección a la entrada. Mis piernas se sentían débiles, por lo que esperaba no tener tan mala suerte y terminar de cara en el suelo.

Tener esas pesadillas realmente apestaba.

Abrí la puerta en completo silencio, pero mis cejas se alzaron al encontrar a Paige esperando al otro lado.

—P-Paige.—balbuceé, teniendo que aclararme la garganta.— ¿Qué haces aquí?

—¿Estabas dormido?—preguntó algo nerviosa por alguna razón.

Miré brevemente por sobre mi hombro y luego volví mi mirada a la suya.

—Más o menos. Pero tú no me has despertado, no te preocupes.—me hice a un lado.— Pasa.

La pelinegra asintió, entrando a la habitación mientras cerraba la puerta detrás de ella.

Me sorprendió un poco tenerla ahí, en especial luego del desastre de hace dos días. Del cual, no tenía mucha más información luego de que Pain me dijera que Elliot estaba bien. Con un brazo roto y varios moretes, pero bien.

My Demons|| Dean Ambrose (Retaliation#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora