Capítulo 22. Dean, no Jonathan

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Mis pasos de izquierda a derecha es lo único que quiero que me tape los oídos, o tal vez mi corazón bombeando sangre tan rápidamente que parece que me va a explotar. 

Cualquier cosa es mejor que escuchar su voz. 

Desde esa llamada nocturna, mis días y noches se habían vuelto una total pesadilla. Estaba ansioso, y empeoró en el momento en que investigué más acerca del tema. 

Su llamada no había sido hecha por un celular, sino que desde la prisión federal de Cincinnati. 

La simple idea de tener a John buscándome desde detrás de las rejas me ponía los nervios de punta y hacía que me doliera el estómago, pasando días y noches sin poder quitarme su voz de mi cabeza. 

Hola, hijo. 

¡Que lo jodan! ¡No soy su maldito hijo! ¡Dejé de tener padre el día en que servicios infantiles me sacó del hospital y me llevó a la casa en la que pasé el resto de mi vida hasta que tuve las bolas suficientes de hacerme cargo de mi vida! 

O al menos lo intenté. 

Huí de mis demonios, dejándome caer en lo que más me gustaba. La lucha libre. Pero esos circuitos no eran juego de niños. Tu sangre manchaba la lona todas las noches, los fanáticos esperaban ver cómo te rompían los huesos, y tenías que sobrevivir con uñas y dientes. 

Yo lo hice. 

Sigo paseándome de un lado a otro, y estoy seguro de que si alguien estuviera conmigo en mi camerino ya me habría dicho que lo dejara. El espacio es tan pequeño que hasta yo comenzaba a hartarme de mí mismo.

Me detengo, cerrando mis ojos con fuerza e intentando tomar la quinta bocanada de aire en estos diez minutos. 

Pero no había caso, su maldita voz se repetía como una cinta vieja sin pausa, haciéndome desear el darme un tiro a la cabeza. 

Me apoyo de mala gana contra el mesón de marmol, lentamente alzando la vista y dejando que el espejo me muestre lo que hay frente a mí. 

Me veo a mí mismo, y por alguna razón la sangre me hierve. 

Parece que comenzaré a llevar ojeras desde ahora, tengo la mirada llena de una mezcla de pánico y lástima, como si quisiera lanzarme al ring y no volver a levantarme. 

Soy patético. 

Exasperado conmigo mismo, alzo el celular a unos centímetros de mí, pero no hay ningún mensaje o llamada perdida. Los idiotas de la prisión se estaban tomando el tiempo suficiente para acabar con mi paciencia en buscar la información sobre John. 

Lo único que consigue aliviar la presión en mi pecho es el ver la imagen que hay en la pantalla, la foto que tengo de Pain y yo en una de nuestras últimas citas luego de un show. Ella tiene el maquillaje algo corrido y saca la lengua burlona mientras yo enseño mi botella de cerveza. 

Una pequeña sonrisa boba se aparece en mis labios, aunque esta no tarde en desaparecer. 

La había mantenido fuera de esto, sabiendo que si llegaba a enterarse se cabrearía conmigo y querría romperme la cara. Pero no dejaría que lo nuestro se viniera abajo a causa de John y mi miedo irracional. 

No dejaría que ella viera lo lamentable que podía ser. Después de todo, ese no es el Dean Ambrose que ella conoció. 

Mi pequeño trance de auto lástima se ve interrumpido por el suave golpeteo en la puerta. Tan solo me he girado levemente sobre mi hombro para cuando ya la han abierto, dejando ver a aquella super estrella de barba y camiseta roja oscuro con esa sonrisa brillante que no hace más que enfadarme en ese momento. 

My Demons|| Dean Ambrose (Retaliation#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora