Capítulo 35

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"¿Por qué estas personas deben morir?", pensaba Dinah mientras se acababa el té.

Agnese revolvió en la bolsa que había traído su marido y sacó un surtido bastante completo: botes de salsa, verduras en lata, pan de molde, papas fritas. Bandejas de embutidos, zumos de fruta...

Luego puso la mesa con gran ceremonia, para que los niños no sospecharan la gravedad de la situación y de paso ofrecer a las jóvenes huéspedes una comida decente, aunque preparada con víveres de emergencia.

-"No es justo que acabe así".

Normani oía el pensamiento de Dinah y compartía sus razonamientos. Comió con esfuerzo, pues tenía un nudo en el estómago. La tensión no le daba tregua. Tomó unas rebanadas de pan y les untó un paté te atún. Cada bocado tragado parecía frenarse en la boca del estómago y negarse a seguir bajando.

Después de la cena, Giovanni y Agnese prepararon café. Como si no pasara nada, a pesar de los sombríos comentarios del viejo sobre una supuesta guerra. Ada, la anciana, permaneció todo el tiempo en el pasillo y rehusó comer, con una sonrisa dulce y resignada en el rostro.

Antes de servir el café, Agnese llamó a los niños y los acompañó al piso de arriba. Normani acababa de salir del baño cuando, por la puerta entornada de la habitación de los hermanos, vio que la madre se inclinaba sobre ellos y los acurrucaba bien con las mantas.

-Buenas noches, mis angelitos -susurro antes de darle un beso a cada uno en la frente.

Normani iba a volverse para bajar al salón, cuando un dibujo colgado en la puerta del cuarto le llamó la atención. Representaba a todos los miembros de la familia y debajo se leía: "Los queremos", firmado por los dos niños. Las lágrimas acudieron a sus ojos y visualizó el dibujo apocalíptico de Dinah, que le recordó el trágico destino que esperaba a la raza humana.

Era la última noche para todos. Era la vigilia del día final.

-Buenas noches, chicas. Agnese les enseñará la habitación de invitados. -Carlos esbozó una sonrisa, que Dinah y Normani correspondieron.

-Mañana seremos invadidos, tan seguro como que saldrá el sol...-pronosticó el cenizo del abuelo, con los codos apoyados en la mesa y mirada ausente.

Agnese las condujo al cuarto, les deseó buenas noches y se marchó.

Dinah y Normani cerraron la puerta.

Había una cama de matrimonio con una manta marrón enrollada en vez de almohadas y un cobertor blanco que cubría el colchón. En una pared había un gran armario que casi rozaba el techo. De las otras paredes colgaban pequeños cuadros de época.

Normani se sentó en el borde de la cama dando la espalda a Dinah y guardo silencio mientras ella se quitaba el jersey y lo dejaba en una silla cerca de la puerta. Frente a Normani, la ventana tenía la persiana bajada.

En la calle se oían gritos. Quizás alguien había violado el toque de queda. Quizás alguien estaba saqueando las tiendas para procurarse de comida.

-Hace frío -musito Normani.

Dinah puso las manos sobre los radiadores apagados.

- ¿Lo habías pensado alguna vez?

- ¿El qué? -preguntó Normani sin volverse.

-En todo esto. Una casa, una familia, unos hijos. Una vida normal...

Normani sonrió, suspirando.

Multiverso (Adaptación Norminah)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora