4. ¡Eres una bruja!

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Invierno

Yo feliz y distraída cantando, entonces encuentro a Verano de nuevo para molestarme.

―Invierno ―dice de manera seria, repitiendo lo que se le está haciendo costumbre―. Dame el círculo mágico.

Frunzo el ceño, pues con solo verlo ya estoy irritada.

―No ―exclamo molesta.

Sonríe.

―No me voy a rendir.

―Yo tampoco voy a desistir ―exclamo determinada y lo miro de forma detenida―. ¿Por qué te encuentras sin remera?

―Está aquí. ―La señala mostrando que cuelga en su hombro.

―Sí pero... ¿por qué? ―Me parece algo estúpido, aunque hay que admitirlo, qué buen cuerpo tonificado―. Póntela ―ordeno, ya que no me puedo concentrar.

―Primero, estoy sin remera porque soy Verano, es casi natural hallarse de esta manera, todo el mundo anda casi sin ropa en mi época, aunque en esta ocasión, es porque estuve en la pileta. ―Se lo piensa y luego enoja―. Segundo, no me digas cómo vestirme, yo no me quejo de tu estilo oriental, señorita mandona. ―Alza la mano―. Dame el círculo mágico.

―No.

―No me iré hasta que me lo des ―insiste.

―No te lo daré nunca y no soy mandona, deja de ponerme motes, me irrita.

¡No lo soporto! ¡Qué desaparezca!

Rueda los ojos.

―¿No hay ni un momento en el que dejes de quejarte?

―Delante de ti, jamás. Vete ahora.

Veo como camina, le quita el hielo a una roca con su poder, se sienta sobre esta y sonríe.

―No me voy a ir.

―¡Bien! ―exclamo irritada―. Púdrete ahí. ―Camino hasta dentro de la casa y cierro la puerta con fuerza.

~~~

Las horas pasan, miro a cada rato la ventana y Verano sigue ahí ¡¡No se va más!! Encima de vez en cuando si me ve, levanta la mano saludando.

No lo soporto.

~~~

Al día siguiente, salgo de mi hogar y sigue ahí, pero al menos se puso la remera.

―¿Qué pasa? ¿Tenías frío? ―me burlo.

Ignora mi pregunta y repite lo de siempre.

―Dame el círculo mágico.

―No y si me disculpas, tengo que hacer mi recorrido matutino ―digo sin expresión y voy en dirección a la ciudad.

Veo que se levanta y me sigue.

―Hay que cambiar de estación, no puedes quedarte con el círculo ―réplica.

―Cambiaré, pero cuando venga Primavera ―digo determinada.

―¡¡¿No entendes que Primavera no va a venir?!! Necesito que me lo entregues ―exclama alterado y agarra mi mano deteniéndome.

―Suéltame o me las pagarás ―amenazo.

―Dámelo ―insiste.

¡¿No se cansa?! ¡¡Es insoportable!!

―No ¡Suéltame! ―Forcejeo.

Entre el movimiento y el tironeo, nos tropezamos, entonces él se cae sobre mí. Levanta la cabeza, así que nuestros ojos se cruzan. Nos miramos por unos rápidos segundos, bastante cerca. Las mejillas de Verano se sonrojan y se aleja rápidamente alterado.

―¡Ah, eres una bruja! ―grita molesto y se revuelve el cabello―. ¡¿Qué estás haciéndome?!

―¡Basta con tus motes! ―Me levanto y le pego un cachetazo.

―¡¡Bruja, bruja, bruja!! ―grita enojado y repite muchas veces.

¡¡Ah, no lo soporto!!

Cambio de estaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora