Cambio de estación

2. Invierno vs Verano

Muevo mi mano furiosa y genero una ventisca en aquella plaza enorme. Verano salta dando una voltereta, esquivando mi ataque y aterriza sobre la rama de un árbol.

―Oye, Invi, si te pones así de agresiva, no me vas a dejar opción. ―Sonríe―. Dame el círculo mágico ―insiste.

―¡¡Deja de ponerme motes!! ―Golpeo el piso con mi píe y el árbol comienza a congelarse. Ocasionando que el pelirrojo tenga que saltar de nuevo―. ¡Vete y no vuelvas!

―Lo siento, corazón, pero necesito recuperar eso. ―Ahora es él quien ataca, mueve la mano y del suelo emana un viento caliente insoportable. Me movilizo por la sofocante sensación, entonces lo miro con odio―. ¿Qué pasa? ¿Tienes calor? ―se burla.

Paso mi mano por mi rostro y la transpiración desaparece.

―Me las pagarás. ―Muevo otra vez mi mano, esta vez lo hago volar y aunque es bastante ágil, lo he aventado muy fuerte como para que no lo esquive―. Eso te pasa por meterte con el frío ―exclamo satisfecha. Me giro triunfante para irme, pero me detengo a mirar el suelo seco y frunzo el ceño, por lo tanto observo para todos lados―. ¿Dónde está?

Salta delante de mí.

―Cuidado te vas a caer. ―Se ríe y me tropiezo.

Desde el suelo, le pego al piso furiosa y lo golpeo creando un hielo enorme desde abajo. Vuela otra vez y cae al lago.

―Tú deberías tener cuidado. ―Mi dedo toca el agua y la congelo con él adentro―. Para que aprendas. ―Doy la vuelta para retirarme de nuevo.

Oigo un sonido y me giro, el agua caliente salta por todas partes y me quemo la muñeca.

―¡¡Ah, maldito!! ―grito molesta, luego veo cómo sale del lago temblando y me río―. ¿Tienes frío?

―Mal... malvada. ―Se abraza a sí mismo mientras está enojado. Pasa su mano por su cabello y deja de temblar―. ¡Uf! Parece que con esto no llegamos a ningún lado ―opina.

―No, así que vete ―digo sin expresión. Veo que se acerca y agarra mi mano―. ¿Qué haces? ¡Suéltame!

―Eso dejará marca. ―Mira la quemadura pensativo―. Lo siento, me pase ―expresa avergonzado.

Yo lo empujo y me suelto.

―No te hagas el bueno, no me convencerás, no te daré el círculo ―le aclaro.

Rueda los ojos.

―Entiendo, no se puede hablar contigo.

―¡Ah! ¿Y ahora tú te haces el ofendido? ―Muestro una mueca molesta.

―¡Es más fácil hablar con Primavera! ―Se gira enojado―. Me voy.

―¡Bien! ¡Y no vuelvas! ―le grito.

Se da la vuelta de nuevo y me mira entrecerrando los ojos.

―Volveré.

¡¡¿Se va ofendido?!! Yo soy la ofendida, no él ¡¡Qué no vuelva!!