Pongo mis manos en los bolsillos y camino tranquilo por el bosque. Hay una pequeña brisa, las hojas secas se acumulan al rededor.
¿Dónde está Otoño?
―¡¡Eh, dormilón, sal de dónde estés!! ―grito a ver si encuentro al castaño.
Debajo de una acumulación de hojas secas Otoño sale confundido.
―¿Qué? ¿Qué ocurre? ¿Ya vino el apocalipsis? ―exclama aturdido.
Me río.
―Deja de soñar despierto.
Bosteza.
―¿Por qué me despiertas? Dormir es lo mejor del mundo.
―Ese es tu pasatiempo, no el mío. ―Sonrío.
―Deberías probarlo, es muy relajante. ―Se estira y se tira para atrás.
―No gracias, con ocho horas me basta. ―Camino y lo saco de todas esas hojas―. ¡No te duermas, tengo que hablar contigo!
―¿Qué ocurre? ―Bufa.
―Creo que estoy enfermo ―le aclaro avergonzado.
―¿Y cómo es eso posible? ―Se confunde.
―No sé, me late el corazón rápido y mis manos sudan, mis mejillas arden y me pongo muy nervioso. No sé qué es ―explico.
―Qué raro.
―Sí, lo sé. ―Asiento―. Pero ese no es el peor problema. ―Miro a un lado y otro―. Tengo alucinaciones.
―Oh. ―Otoño queda más sorprendido que yo y deja de estar semidormido―. ¿Y desde cuando te pasa?
―¡¡Desde que conocí a Invierno!! ―digo alterado.
Él se lo piensa.
―¿Conociste a Invierno? Pero eso es...
―Imposible, lo sé, pero es que Primavera desapareció ―le explico―, y ahora siento que debo recuperar el círculo mágico e Invi no me lo quiere dar ¡Ayúdame!
El castaño bufa.
―No es justo, por qué conoces a Invierno y yo no puedo conocer a Primavera. El equilibrio cósmico no está de mi lado. ―Hace puchero.
―Eso te pasa por dormir demasiado. ―Me río.
―Tienes razón, pero prefiero dormir. ―Se gira para volver a las hojas secas, pero lo detengo―. ¿Qué? ¡Tengo sueño!
―Ayúdame ―digo nervioso.
―Invierno es fría, pero cuando la conoces entra en confianza, intenta ser su amigo y la convencerás ―me aconseja.
―Es que... no sé, no es como la alegre de Primavera, además me odia, no es tan fácil como crees.
―La conozco, sé como es. No vas a ser su amigo, si la tratas como a Primavera. ―Rueda los ojos.
―¿Y entonces cómo la trato?
―Para empezar, no le pongas motes.
―¡Pero, dormilón, yo le pongo motes a todo el mundo! ―grito alterado.
―No la conoces como para darle un apodo ―aclara y tiene razón.
―Vale. ―Me siento―. Cuéntame más.
Entonces me paso toda la tarde escuchando los consejos de Otoño. Pobre, no lo he dejado volver a su amado colchón de hojas secas.
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Cambio de estación
Historia CortaMi mundo es frío, veo a la gente caminar por este con ropa bien abrigada y hago una sonrisa, es mi culpa. Hoy, es el cambio de estación, me encontraré con Primavera. Somos buenas amigas, no tengo inconveniente de pasarle el círculo mágico pero... ¿Q...