33. Nadie corre como Verano

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Invierno

Maldita seas con Verano, otra vez en este horrible lugar por su culpa. Encima Otoño se comporta raro.

―¡Devuélveme el círculo mágico! ―le grito al pelirrojo―. ¡No quiero estar aquí! ―exclamo alterada.

Él deja de observa al castaño y me mira a mí.

―Ya estamos aquí, ¡así que busquemos a Primavera! ―exige.

―¡¿Cómo sabes que está aquí?! ¡Esto es peligroso, Primavera no vendría a este lugar! ―pronuncio cada vez más nerviosa visualizando como esas sombras de la otra vez comienzan a deambular, aunque no se acercan.

―¿Primavera está aquí? ―Otoño pregunta saliendo de su ensoñación o hipnotismo o como sea que se llamé, que lo sacó de su mente.

―Pues... es una posibilidad ―responde Verano y se queda tildado―. Díganme que no estoy loco y esta vez sí la ven ―exclama de repente.

―¿Eh? ―Me giro a ver y mis ojos se abren en grande―. Sí, sí la veo. ―Me sorprendo al ver a mi amiga cerca de los árboles, sonriéndonos.

―Yo sabía que el equilibrio cósmico algún día me escucharía ―pronuncia Otoño feliz.

La pelirosa hace un saludo y se adentra en el bosque desapareciendo.

―¡Primavera! ―grita Verano y comienzo a correr en su dirección.

―¡Espera! ―Lo sigo y empujo al castaño para que corra―. ¡Vamos, Otoño, o lo perderemos! ―le grito.

―¡¿Estás loca?! ―se queja―. ¡Nadie corre como Verano!

―¡Cállate y mueve esas piernas! ―lo obligo a seguir.

Ni pienso quedarme sola en este horrendo lugar.

¡¿Y qué con esa preocupación de Verano?! ¡Si Primavera se veía bastante bien! ¡¿Y por qué razón estoy irritada?!

Al final terminamos perdiéndolo de vista y nos detenemos cansados.

―Tenías razón. ―Bufo―. Nadie corre como Verano.

¡Qué velocidad! No he durado nada. Hace mucho ejercicio ese chico, es imparable.

Cambio de estaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora