18. Perdiendo la cordura

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Verano

Siento la extraña conexión que he empezado a tener con Primavera desde que desapareció y levanto la vista visualizándola.

―¡Primavera! ―la llamo.

Sonríe y mueve la mano, deshaciéndose del ataque de Otoño con su poder. Se gira y se va corriendo, la sigo sin dudarlo ni un instante.

―¡Primavera!

La pierdo de vista llegando a un acantilado. No puede ser ¿Dónde está?

¡Yo la vi, no estoy loco!

―¿Verano? ¿Qué ocurre? ―Oigo a Otoño detrás y me giro.

―¿Tú la viste, cierto? Era Primavera.

―No, yo no he visto nada ―exclama confundido.

Veo a Invierno también llegar y me acerco hasta ella.

―Dime que la viste, estabas en el árbol, debiste verla, me escuchaste llamándola.

―Vi los pétalos, pero a Primavera no ―pronuncia pensativa.

Me agarro del cabello preocupado.

―Creo que estoy perdiendo la cordura.

―Necesitas dormir ―acota Otoño.

―¡No seas tonto, necesito el círculo mágico, tengo que aclarar mis dudas! ―lo miro a él y luego a Invierno―. Dámelo.

―No. ―Se cruza de brazos. Sigue de obstinada.

―¡Maldita seas, Invierno, dámelo! ―insisto.

―No me vas a convencer con tu fingida locura. ―Gira la vista.

―Ya dejen eso, esto se vuelve repetitivo. ―Bosteza el castaño―. Yo me voy a dormir. ―Camina hacia el bosque y se retira.

―¡Otoño, no me dejes con este idiota! ―Ella lo sigue pero yo la detengo agarrándola de la mano y empujándola hasta mi cuerpo―. ¡Suéltame, estás sin remera! ―se queja.

―Dame el círculo mágico ―exclamo en tono dominante, me acerco hasta su rostro y se sonroja―. Por favor, solo es un momento.

―¡Te he dicho que no y suéltame que esto es vergonzoso! ―Forcejea pero no puede zafarse de mi agarre―. ¡Suéltame o te congelo! ―amenaza.

Sonrío.

―Si no puedes mover tus manos, no puedes congelarme.

Cambio de estaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora