—Chica Delivery, ¿te pasa algo? —preguntó Matteo, preocupado, mientras él y su novia se saludaban fuera del Jam & Roller—. No te ves muy bien y es muy raro que yo diga eso.
A Luna se le escapó una sonrisa al escuchar ese comentario, pero no estaba de ánimos para responder con una risa abierta. El evitar tanto a Sharon como a Ámbar viviendo en la misma casa que las dos la estaba estresando muchísimo. Eso sumado a lo difícil que era enfrentar su pasado y estudiar para los exámenes simultáneamente. Matteo hacía todo por devolverle la alegría, aunque sus intentos infantiles siempre terminaban en la nada.
—Perdona que siga con el mismo tema, Chico Fresa, pero neta no me siento nada bien —respondió, dejándose abrazar por él.
— ¿Quieres decir que no has hablado con Sharon? —le cuestionó, guiándola hacia el interior del local.
—Es que, ¿cómo podría hablar con ella? ¿Qué voy a decirle, Matteo?
—No sé mucho de estos temas, pero a lo mejor deberías decirle lo que sientes.
Ella resopló.
— ¿Y si todavía no sé lo que siento?—Soltó un nuevo suspiro—. Mira, no sé si quiero seguir hablando de esto. Tal vez me vendría bien distraerme.
—Bueno, eso es una noticia genial para mí, porque tengo la receta perfecta para que te olvides de todos tus problemas —sonrió, soltándola y corriendo hacia donde se ubicaba la pista.
— ¿Ah, sí?—dijo, poniéndose las manos en la cintura y arqueando una ceja, mientras le seguía—. ¿Y cuál es?
—Que patines conmigo. La competencia está cerca y nos vendría bien empezar a prepararnos. Digo, si no te da miedo caerte. —Simuló temblar y estar a punto de perder el equilibro.
Luna soltó una carcajada y le tomó la mano. Ambos se apresuraron a ir a la zona para ponerse los patines.
Mientras Luna y Matteo volvían a ensayar el mismo truco con el que habían tenido problemas varias veces durante la práctica, Simón les observaba discretamente desde el espacio destinado al público. Estaba muy confundido. Podía entender que Jazmín tratase de convencerlo de que Ámbar sería una buena pareja. Después de todo, ella era su mejor amiga. Pero que Nico y Pedro estuviesen de acuerdo, luego de la cantidad de problemas que la chica había ocasionado, le resultaba increíble. Hasta la propia Luna parecía coincidir en que sería lo mejor para todos, aún sin saber que Simón siquiera estaba considerando esa posibilidad.
Fue hace un par de días. Luna había estado escribiendo un par de ideas sobre la forma en que la vida podía dar un giro y la identidad, y quería convertirlas en una canción, para al menos sacar provecho de la extraña situación de la que formaba parte. Él la ayudaba a musicalizar la letra, y de repente la conversación se desvió hacia Ámbar.
—Es muy difícil y raro para mí—comentó Luna—, pero creo que podría hablar con ella uno de estos días.
— ¿Y ese cambio de opinión a qué se debe?—quiso saber él.
—Me la encontré hace unos días. Yo quise evitarla y ella me lo respetó. Incluso dijo que lo entendía, porque se había portado súper mala onda conmigo. Dijo que cuando quisiera platicar, ella estaba abierta, y hasta entonces trataría de no molestarme. Qué raro, ¿no?
—Sí, raro...—replicó con desconfianza.
—Oye, ¿está todo bien?
—Muy bien. Solo que me pareció extraño cómo todo el mundo parece estar hablando de lo mismo. De cómo Ámbar está actuando distinto, digo. Al principio pensé que Jazmín estaba exagerando, pero ahora tú vienes y dices que también te habló súper bien. No sé qué pensar.
—Simón, tú sabes que yo no confío en ella. Pero, no sé por qué, algo me dice que podría estar siendo sincera.
— ¿Tú crees que estemos presenciando el nacimiento de una nueva Ámbar Smith? —bromeó, haciendo una pésima imitación de Ámbar al mencionar su nombre.
—Eso o la caída de la reina —respondió ella, también riéndose.
Fue casi un chiste entonces, pero ahora Simón lo estaba pensando seriamente. Quizás no sería tan malo hacer equipo con Ámbar. Aunque no se lo había preguntado a Luna de manera directa, tenía el presentimiento de que ella podría alegrarse de que él tuviese una pareja tan talentosa en la competencia. Sin embargo, se vio en necesidad de hablarlo con alguien que no estuviese involucrado.
Con eso en mente, abandonó el área de la pista y se dirigió al bar. Sabiendo que solo quedaba un día para inscribirse y que él necesitaba con urgencia una compañera, decidió que consultarlo con Tamara podría ser lo que le ayudara a decidirse. Ella siempre era la voz de la razón y se alegró mucho al verlo venir.
—Hola, Simón —sonrió, revisando una hoja en el pisapapeles que sostenía—, ¿necesitás algo?
—Buen día, Tamara —la saludó, nervioso—. Quería pedirte un consejo.
—Decime. —Enfocó su atención en él.
—Es sobre la competencia. La verdad es que yo pensaba participar con Luna, pero al final ella decidió patinar con Matteo y me quedé sin pareja. Lo que pasa es que la única chica que se ofreció para patinar conmigo es alguien que...—Se dio cuenta de que la encargada le miraba con una expresión confundida—. ¿Qué? ¿Qué pasa?
—Nada, es que yo pensé que te ibas a presentar con Ámbar.
— ¿Y como por qué pensaste eso?—dijo, desorientado.
—Ella vino a inscribirse hoy y dijo que hacía pareja con vos. Mirá.—Le mostró la tabla de participantes. Evidentemente, su nombre y el de Ámbar figuraba como una pareja.
— ¿Esto que es?—Cada vez entendía menos de lo que estaba pasando—. Pero si Ámbar y yo nunca llegamos a ningún acuerdo.
—Bueno, te pido una disculpa, pensé que vos sabías—se excusó, avergonzada—. Pero si querés ya mismo los bajo...
—Tamara, espérate tantito. —La detuvo—. Primero tengo que hablar con Ámbar.
Decidido, el muchacho se dirigió a la mesa en la que la rubia estaba habitualmente sentada. Nunca se había sentido tan usado en toda su vida.
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La caída de la reina (Simbar)
FanfictionFinalmente ha llegado el día. Después de todo un año de búsqueda, se descubre la verdad. Para Luna y su familia representa mucho que asimilar; para Matteo, con quien lleva un tiempo saliendo, significa estar allí para su chica delivery; para Sharon...