Capítulo 15. No era ninguna ilusión

2.9K 239 15
                                    

|LUANA|

Lo que estaba sucediendo.

El repiqueteo de mis dedos sobre el mármol era lento y analítico a medida mi mirada continuaba firme sobre Douglas. Como si estuviera inmersa en un hechizo, seguía cada movimiento y gesto que realizaba. Aun no sabía si tenía talento para la cocina pero sí tenía encanto para moverse y para hablar. Tan suelto y fluido, manejaba todo con gracia. Una gracia con la que no tuve el placer de nacer...

Desde que había llegado a la casa de Douglas no podía quitar mis ojos de cada detalle. Lejos de la fortaleza fría y gris que era la casa de Douglas en mi imaginación, el lugar era cálido, cómodo y luminoso, con una hermosa vista de Londres.

Nos encontrábamos en su cocina que, para mí envidia, estaba completamente equipada. Olvidándose de su apariencia pulcra, con solo ropa deportiva y despeinado, Douglas estaba concentrado preparando lo que sería el postre. Se veía tan ensimismado en su tarea que su expresión se había contorsionado, de modo que parecía enojado con su propia creación.

— Si quieres, puedes ponerle un poco de cascara de limón —le recomendé, señalando la masa de la tarta, desde mi ubicación en una banqueta tras la isla en medio de la cocina.

Se detuvo precipitadamente, luciendo desorientado, hasta que chaqueó los dedos y fue a buscar el limón.

— Si con esto no gano, creo que voy a dedicarme a otra cosa. En serio, voy a deshacerme de todos mis negocios gastronómicos y seguir los deseos de mi padre para que tome su lugar en la empresa familiar —confesó.

A pesar de la seguridad que resonaba de sus palabras, en su expresión había cierto pánico inminente que me resultó gracioso.

— Eso suena a un montón de cosas aburridas —comenté, y él me miró con sus ojos ambarinos bien abiertos.

— Lo es —respondió—. De solo pensar en tener que lidiar con las aburridas juntas de asociados, los egocéntricos empresarios y el molesto de mi padre diciéndome qué hacer, me deprimo —agregó.

— ¿Y qué es lo que haces tú? —pregunté con curiosidad.

— Trabajo en la empresa de mi padre, pero soy uno más. Allí no tengo privilegios ni favoritismo, o así intento que sea. Suelo hacer algunos trabajos para otras empresas y para quienes necesiten mis servicios. Acerca de mis negocios gastronómicos, son algo personal que hice cuando tuve el dinero y el conocimiento suficiente en la materia, y todo eso lo manejo desde mi oficina de aquí —me explicó mientras continuaba cocinando.

— ¿Y tienes tiempo para vivir entre todo eso? —pregunté sarcásticamente. Él elevó sus ojos hacia mí, con picardía y una media sonrisa.

— Lo intento —murmuró apresurándose para temer la fuente en el horno— Si Matt y Aiden, que prácticamente viven en el hospital, pueden tener vida fuera de sus trabajos estoy seguro que también puedo —agregó.

Asentí tras un profundo suspiro, pensando en mi hermana y sus horarios. El tiempo que pasábamos juntas se redujo cuando iba a la universidad pero nada en comparación de cuando inicio la residencia. Pasaba más tiempo en el hospital que en nuestra casa, y solo la veía cuando iba a bañarse, buscar ropa o dormir. Los años pasaron, sus horarios cambiaron y su rutina se volvió más estable, recién ahí pudo haber cierta normalidad.

Aunque últimamente su rutina estaba siendo un poco diferente...

— ¿Has visto a Matt? ¿Sabes si está siendo un ermitaño como mi hermana? —pregunté, acomodando un poco para que Douglas pudiese continuar. Él negó rotundamente, acomodándose el pelo hacia atrás para despejar su rostro.

Sin Reservas (SA #2) |Finalizada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora