Últimamente, en esa pregunta se resumía mi vida.
Sin poder despertar completamente, estiré mi cuerpo y me acomodé para continuar durmiendo. Estaba demasiado cómoda como para levantarme y respiré hondo, disfrutando el aroma al café recién preparado.
— ¡Lo! ¡Café! —dije con voz ronca, sin poder abrir los ojos.
Tras unos minutos, los pasos resonaron cerca y el sonido de la taza sobre la mesa de luz resonó suavemente. Volví a acurrucarme en la cama al mismo tiempo que la cama se hundía a mi lado. Percibía movimientos pero me negaba a despertar, aun cuando jugaban con mi pelo y mi cara, molestándome.
Loreley siempre hacía lo mismo, y ya estaba acostumbrada a ignorarla pero algo activó mis sentidos. Una suave fragancia me alcanzó; intensa y dulce. Ese perfume era intoxicante, y no era el perfume de usaba mi hermana. Hasta donde tenía entendido... Loreley no usaba perfume de hombre.
Una punzada me recorrió. Nunca había sufrido un ataque cardíaco, pero estaba segura que la sensación era muy similar. Abrí los ojos, mirando directamente en las profundidades de los ojos de Douglas.
¡Maldición!
Grité internamente. O tal vez externamente también, no estoy muy segura. Me preguntaba cómo había llegado allí y qué haría para salir, a medida retrocedía. Y retrocedí lejos de la mirada arrogante de Douglas y de su sonrisa inigualable que hacía estragos en mí. Lejos de él que se había convertido en ese fantasma que me perseguía atormentándome, incluso en sueños.
Retrocedí tanto, que terminé en el suelo...
Primero proferí un grito de dolor, y luego de vergüenza al verlo moverse sobre la cama para ver mi estado. Pese a su preocupación, lo que me incomodaba era ver su expresión; había cierta ternura y diversión. Quería desaparecer y esconderme lo más lejos posible, pero allí estaba, tirada en el suelo con mi ropa tan desordenada como mi pelo y la cara somnolienta.
— Es la primera vez que alguien reacciona de ese modo al verme tras despertar —murmuró Douglas—. Estas dando justo en mi orgullo —agregó aunque no se veía para nada ofendido. Al contrario, estaba más que dichoso con mi reacción.
Entorné mis ojos sobre él, enviándole venenosas señales de que se callara la boca pero él continuaba luciendo inocente.
— ¿Qué estoy haciendo acá? —Pregunté con precaución, sin poder recordar bien los sucesos—. Y no intentes hacerte el gracioso —le advertí antes de que abriera su boca; ya podía intuir hacia donde iban sus pensamientos.
— Yo no intento hacerme el gracioso, naturalmente lo soy —insistió con aire de suficiencia, y yo suspiré con resignación—. Te quedaste dormida y te traje aquí, yo dormí en la habitación de al lado —me explicó.
Giré la cabeza cual perro confundido antes de observar la habitación. Me detuve en cada fotografía y pintura, en cada objeto, y todo me indicaba que eran de Douglas. Había dormido en la habitación de Douglas, y el solo hecho de saber eso, sentía que no iba a ser fácil escapar de él.
— ¿Por qué? —pregunté, sin aliento. Probablemente, estaba dándole más significados de lo que tenía.
— Te veías cansada y no te quería despertar, sobre todo luego de haberme ayudado —respondió.
Pero la inquietud no se diluía tan rápido, y las preguntas seguían estando. ¿Por qué debía dormir en su habitación? ¿Por qué tuvo que despertarme de aquel modo? ¿Y por qué tenía que hacer evidente que estaba feliz de verme en su cama?
El nudo en mi estómago se volvía cada vez mayor pero no iba a dejar que Douglas se diera cuenta de mis tambaleantes emociones.
— Gracias, no era necesario que te tomaras tantas molestias —dije, e intentando salvar lo que quedaba de mi dignidad, me acomodé la ropa y el pelo torpemente.
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Sin Reservas (SA #2) |Finalizada|
ChickLitPiper y Aiden están metiéndose en un mundo inexplorado. Logan y Loreley desistieron de ser adultos normales. Luana solo quiere hacerse valer. Y Douglas está obsesionado con lo que no puede tener. Ellos aún intentan sobrevivir en un mundo co...