Capítulo 7. Historial de tropiezos

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|LUANA|

Si acaso existiera uno, como un historial de páginas visitadas, el mío estaría lleno de esos momentos. Es algo que no puedo controlar y que cada día aporta más vergüenza a mi vida.

Después de tanto tiempo, iba tenía una noche libre para disfrutar. Era la noche que Wayne tocaba con su banda en el nuevo bar Magnolia, y todos sus amigos íbamos a estar ahí. Él había estado toda la semana inquieto por éste acontecimiento, y al fin había llegado.

La noche entre amigos comenzó bien cuando nos reunimos a beber en Magnolia para distraernos y oír a la banda tocar. El ambiente era muy cuidado; tenía un estilo bohemio con muchos sitios para sentarse, una barra siempre concurrida, y un pequeño escenario donde ya estaban preparados los instrumentos.

Cerca de medianoche comenzó a tocar la banda de Wayne y el ambiente se transformó completamente. La solemnidad y la tranquilidad fueron reemplazos por dinamismo. La música comenzó a resonar cada vez más, y los tragos comenzaron a ser más seguidos. El ambiente se dispersó en minutos, y cuando todos prestamos atención, estábamos sumidos en la alegría de la noche.

A mí particularmente, esa noche me estaba haciendo bastante efecto; no sabía si se debía a mi falta de vida festiva o porque mi consumo de cerveza había decrecido tanto, que la más mínima cantidad ya se me iba a la mente.

Al principio, solo éramos Tania, Nash, Wayne y sus amigos de la banda. Luego de un par de horas, bebidas y movimiento de personas, nos encontramos con mi hermana y sus amigos. Entre ellos también estaba su novio, el cual me caiga muy bien y parecía ser demasiado normal para mi hermana.

— ¡Necesito otra bebida! —dijo Tania meditabunda, con la mirada en el escenario y sin ver su vaso entre manos que tenía casi la mitad de la bebida. Pero es que ella no podía quitar sus ojos de Wayne; él se veía como una estrella de rock arriba del escenario con su banda, con su fingida apariencia de chico rudo.

La miré con sarcasmo pero ella ni siquiera me registraba, así que me volteé hacia mi hermana para demostrar cuan exasperada estaba de la situación. Loreley me guiñó un ojo para decirme de algún modo que le restara importancia, pero ya se estaba volviendo molesto tener que presenciar como tus dos mejores amigos se la pasaban babean por el otro y no hacían nada al respecto.

A veces me sentía muy desubicada a su lado.

— Yo lo necesito a él, ¿Quién es? —inquirió Logan, acercándose a mí con secretismo. Su cercanía permitió que pudiese sentir el aroma de su perfume, que se impregno en mi nariz, mientras miraba sus ojos verdes oscuros. Su atractivo usualmente me intimidaba pero el vaso de cerveza que tome me hizo inmune a sus encantos, y me sentía tranquila a su lado.

Miré a un lado solo para reconocer que me hablaba de Nash, quien conversaba con Aiden y Matt.

— Compañero mío del trabajo, él está más especializado en comida italiana —expliqué mientras su sonrisa se extendía cada vez más.

— Hm... pastas con salsa a la boloñesa —escuché a Piper murmurar mientras bebía de su licuado de frutas, hundiéndose en su asiento. Logan le dedicó una mirada maliciosa antes de volver a mí.

— ¿Hetero, homo, bi, pan? —Preguntó, y lo miré realmente confundida, pero él solo me guiñó un ojo—. Lo averiguaré yo mismo, cielo —susurró y se levantó para ir a la otra mesa, simulando desinterés.

— ¿Por qué? —pregunté haciendo un mohín y mirando a Piper. Ella copió mi expresión y ladeó su cabeza.

— Es el efecto Logan, quédate tranquila, se te pasará —respondió encogiéndose de hombros. Me hubiese gustado preguntarle en cuanto tiempo y si acaso a ella le sucedió, pero mi hermana comenzó a hablar sobre un baby shower y me volví a perder.

Lo próximo que recuerdo es que estaba riendo histéricamente, mientras Loreley y Piper intentaban bailar y los demás las incitaban a hacer el ridículo. Tania me guiaba hacia algún lugar hasta que de pronto sentí el aire rodeándome.

— ¿Por qué me estoy riendo? —pregunté de repente, sintiendo los músculos de mi cara doler.

— Te caíste cuando bajaste un pequeño escalón —respondió Tania encendiendo un cigarrillo. Mi risa volvió a resonar tras recordar la caída, y escuchamos como la banda de Wayne agradecía por la buena onda.

— Ya terminaron. ¿Ya terminaron? —dije volteando a todos lados. En serio, mi cerebro estaba desenchufado—. No quiero ir a dormir —lloriqueé mirándola con inocencia. Ella entornó los ojos con reprobación y cierta diversión en su mirada, porque ella estaba más sobria que yo a pesar de beber más y cualquier ridiculez que yo hiciera, ella la recordaría y me hostigaría.

De pronto, su expresión se puso en blanco cuando elevó sus ojos y maldijo en español.

— Christian Grey —dijo, golpeándome suavemente el brazo—, Jax Teller —agregó, mirándome, pero permanecí enmudecida.

— Robb Stark —dije tras un pequeño silencio, y ella me miró confundida—. ¿Qué? Pensé que estábamos diciendo nombres de personajes ficticios que nos gustaran —expliqué desorientada, y la mirada que me dedicó podría haberme agujereado mi cabeza.

Ella me giró, y mis ojos se posaron en un perro que dormía tranquilamente. Sonreí con ternura hasta que Tania me obligó a mirar a un lado, donde un hombre estaba apoyado sobre la pared, hablando por teléfono concentrado con la mirada en el suelo.

Quedé detenida mirándolo. Era atractivo en un nivel que no podía explicar, y recordé el momento en que choqué con él en el casamiento de mi madre, meses atrás. Se veía tal cual como lo recordaba; alto y robusto, elegante y enigmático.

Mi actitud ya comenzaba a rosar lo acosador cuando él levantó la mirada y me giré bruscamente, volviendo hacia Tania quien simulaba estar interesada en el cielo nocturno. No sabía si reír o estar horrorizada con sus patéticos intentos.

— Espero que pongas más empeño que éste, cuando estés trabajando —me quejé, y ella me hizo una expresión burlona.

— No estaría entendiendo porque evitas mirarlo... —comentó.

— Lo estaba mirando muy espeluznantemente, y en este momento podría llegar a hacer cualquier cosa, no confío en mi misma —confesé.

— Oh, sí, recuerdo esa vez que me arrastraste por aquella fiesta para mostrarme el chico que te gustaba. Luego intentaste bailar a su lado para llamar la atención y te caíste de cara sobre sus pies —recordó.

Había veces, en que odiaba que recordara mis momentos vergonzosos.

— ¿Por qué eres mi mejor amiga? —pregunté irónicamente, y ella me sonrió con armonía.

— Suelo hacerme la misma pregunta—susurró, tras fumar una larga calada. Y luego nuestra conversación se dirigió hacia chismeríos de personas conocidas y el trabajo, para el momento en que recordé de qué me escondía, el chico rubio de traje ya no estaba cerca de nosotras.

Lo próximo que recuerdo de esa noche fue que mientras me iba de Magnolia, escoltada por Tania y Wayne. Cantaba una canción de Madonna a los saltitos y tropecé con mis propios pies. Caí de espaldas pero el dolor jamás llegó. Solo comencé a reír histéricamente y al abrir los ojos me encontré con un rostro bonito que me sonreía suavemente.

Intenté alcanzarlo y rocé con mis dedos las curvas de su rostro, sintiendo la aspereza de su barba. Deseaba tocar su pelo pero no me daba el largo de mis brazos, y al imaginarme a un Tiranosaurio Rex comencé a reír nuevamente.

— ¿Te han dicho que te pareces a Jax Teller? —pregunté con curiosidad cuando la risa cesó, viendo el cielo nocturno tras él. Intentó controlar su sonrisa, sin éxito, junto a una expresión de desconcierto.

— Solo pocas personas —respondió. Tenía una voz linda; profunda pero armoniosa.

— ¿Y sabes cómo elimino mi historial detropiezos? —volví a preguntar, pero ésta vez no tuve respuesta, y lo único quele siguió, fue la oscuridad.    

Sin Reservas (SA #2) |Finalizada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora