Capítulo 1: Todos tenemos un niño interno

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|PIPER|

Aunque lo mío es literal.

En serio, tengo un niño o quizás una niña. Mi supuesto sentido arácnido de madre me dice que voy a tener un niño. Y eso quiero que sea. No estoy muy segura como tratar con niñas; son delicadas y les gustan las cosas rosas, y son siempre felices. Cuando yo era una niña no era ninguna de esas cosas; era bruta, me gustaba el verde y si podía me vestía como varón para jugar con los chicos.

Ahora que pienso, creo que aún no sé cómo ser una chica. Solo he mejorado un poco con ayuda de Loreley y Margot.

— Piper —oí mi nombre a la lejanía, pero seguía pensando seriamente si algún día podría ser alguien decente con un niño, o una niña—. Piper —repitió la voz femenina.

— Volvió a quedarse tildada con esa expresión de pánico inminente —escuché que dijo una voz de chico—. Deberíamos sacarle una foto y quizás chantajearla en el futuro...

La amenaza me obligó a volver a la realidad y parpadeé, encontrándome con Loreley y Logan que me miraban con una expresión entre divertida, preocupada y burlona.

— Estoy bien, no pasa nada —dije, viéndome como si nada. Logan elevó sus cejas con escepticismo y Loreley me hizo saber que no me creían en absoluto—. No estoy teniendo un ataque de pánico —insistí y me sobresalté cuando una de esas pequeñas criaturas tocó mi pierna para luego salir corriendo.

¡¡¡Dios santo, están en todos lados!!!

— Es solo una niña jugando, no un arma nuclear que tienes que desactivar —respondió Loreley, señalando con sus ojos a la niña que corría lejos de nosotros. La miré con indignación y cierto reproche.

Nos encontrábamos en el festejo del cumpleaños número uno de Lio, el hijo de Margot y Christopher, y nunca creí que habría tantos niños hasta que llegué.

— Creo que estaría más cómoda con un arma nuclear —comenté, bebiendo el jugo sin alcohol. Logan y Loreley, o Lo-Lo como me gustaba llamarlos a ambos, me miraron venenosamente—. No es que no me gusten los niños, pero ya saben... lo niños ajenos siempre son tiernos y lindos porque no son tuyos, hasta que bueno... te toca tener uno —declaré, moviéndome del interior de la casa hacia el pequeño patio.

Necesitaba aire, o un tranquilizante.

Lo-Lo me siguió de cerca, aun observándome pero ahora con un poco más de comprensión. Respiré hondo para tranquilizar el miedo y la inquietud que me estaba recorriendo, y de pronto, sentí un brazo rodearme con cariño y ternura. Elevando mis ojos, me encontré con la mirada de Logan; verde, brillante y amable. Él me dio un beso sobre el pelo, y sentir que no estaba sola en ese nuevo camino que se abría frente a mí, me hizo emocionar y no pude evitar llorar.

— No llores —me susurró, en el instante en que Loreley se puso del otro lado, apoyando su cabeza sobre mi hombro.

— No soy yo, son las hormonas —dije lloriqueando como un bebé. Y ahí recordé que iba a tener un bebé real al que debía cuidar cuando apenas sabía cómo cuidar de mi misma, y tener que afrontar un montón de cosas más, y el llanto se volvió más dramático.

Se volvió tan dramático que en un instante creí que me ahogaría con mi propio llanto. Era totalmente lamentable, e incluso unos nenes se detuvieron para mirarme llorar. Ellos rieron divertidos y salieron corriendo.

¡Esas pequeñas criaturas maquiavélicas!

— ¡Voy a ser una madre horrible! —exclamé tapando mi cara con mis manos.

— Sh... no digas eso —comentó Loreley, peinando mi pelo—. Mi madre fue bastante buena y has visto lo que es, creo que tú serás mucho mejor —agregó, y aunque eso pudo haberme hecho sentir mejor, negué rotundamente.

— Pero ni siquiera recuerdo de cuantas semanas estoy —gemí, haciendo un mohín y mirándola con disgusto. Sus ojos celestes verdosos pálidos y fríos, me miraron con soberbiamente.

— Apenas sabes tu cumpleaños y el día en que vives, que no recuerdes las semanas de tu bebé, no es nada —sentenció, restándole importancia. Parpadeé, ya sin llorar pero con las lágrimas manchando mi cara. Loreley me sonrió de aquel modo que usa para convencer a sus pacientes que si toman la medicación podrán jugar y su mamá los consentirá.

— Tienes razón —susurré, y ella sonrió brillantemente. La verdad era que tenía los mejores amigos que podía pedir. No eran perfectos, pero los amaba tanto—. Gracias, son lo más —dije llorando de nuevo. Loreley miró a Logan y éste puso los ojos en blanco aunque aun así, me apretó más contra él en su abrazo.

— ¿Sucede algo? —preguntó alguien más. Conocía bien aquella voz, y era mi debilidad.

— Tu novia está teniendo un ataque de pánico —le respondió Logan a su hermano.

— ¡No es cierto! —me quejé, aunque con podía defenderme de ningún modo cuando Logan y Loreley se complotaban contra mí, muchos menos cuando Aiden me conocía tan bien que no podía negar nada...

Aiden me dedicó aquella expresión desdeñosa, que me advertía que dejara de intentar engañarlo con mis excusas. Me sentí ofendida pero aun así, acepté su abrazo cuando se acercó a mí. Su contacto me hacía sentir segura y querida.

— No hay nada que temer Pip, vamos a estar bien —me susurró al oído; sentía sus manos acariciando suavemente mi espalda, y poco a poco me tranquilicé. E incluso no lloré, lo que fue un gran logro.

— Pero tengo miedo de ser mala madre, perder mi profesión, no saber cuidarlo. ¿Y si llora y no lo escucho? ¿O se ahoga y no me doy cuenta? ¿Cómo voy a distinguir los llantos? ¿Hay alguna luz que se prende o algo para saberlo? —pregunté suavemente.

Aiden se rio, con aquella risa profunda y sexy que me daban ganar de arrancarle la ropa. "No Pip, no es momento para pensar en sexo". Aiden elevó sus cejas con la misma actitud que su hermano; al parecer la expresión pedante es familiar, porque les sale excelente.

— ¿Lo dije en voz alta? —pregunté, y él asintió.

Ups...

Él tomó mi rostro entre sus manos, contemplándome tiernamente. Sus ojos eran hermosos, de un verde pálido que irradiaba serenidad y seguridad. Dos cosas que había perdido en el último tiempo. Secó mis lágrimas, y me sentí parte de una cursi películas; de esas que son mi placer culposo.

— Estamos juntos en esto. Nadie va a perder nada, vamos a aprender como es, y vamos a hacerlos los dos. ¿Sí? —me preguntó. Asentí suavemente. Él me sonrió, y me besó suave y lentamente. Sus labios hicieron el efecto que necesitaba, sedándome como si acaso me hubiese colocado un hipnótico intravenoso para anestesiarme.

No había miedo, ni terror, ni inseguridades. Solo serenidad recorriéndome la piel. Aiden se alejó apenas de mí, y permanecí un instante con los ojos cerrados, sonriendo.

— ¿Estás mejor? —me preguntó. Asentí y abrí los ojos para contemplar cuan hermoso era el hombre al que amaba.

— Quiero comer tarta de frutillas —susurré. Estoy segura que pensó que diría otra cosa, y se echó a reír a carcajadas. Me dio un rápido beso, y asegurándose que ya no había posibilidad de más llanto, fue hacia el interior en búsqueda de mi antojo.

Respiré hondo, y me giré hacia Loreley y Logan.Lo-Lo me miraban sonriéndome con burla. Y decidí ignorarlos para centrarme enmi misma. El optimismo volvió, y solo deseé que no volviera a huir de mí.    

Sin Reservas (SA #2) |Finalizada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora