|PIPER|Puede ser lindo pero también un tanto deprimente.
Siempre salen esos momentos donde el pasado vuelve a rememorarse. Anécdotas graciosas y otras no tanto, historias que son mejor dejar atrás, bien enterradas, y otras que valen la pena escucharse una vez más. La alegría de pasado que nos gustaría volver a sentir, obviando los momentos malos o quizás queriendo de alguna forma modificarlos. Tiempos con más libertades, tiempo y energía, y menos responsabilidades y dudas. Esa melancolía que nos recorre, y al mismo tiempo el rechazo de esos días, al preferir el presente.
El pasado era una enorme dualidad, significando lo más preciado que tuvimos y también una gran carga. El pasado era lo que nos llevaba a ser lo que éramos, pero de ningún modo nos sentenciaba al futuro.
El pasado era eso, pasado.
— Extraño nuestras vacaciones juntas en la Universidad —murmuró Margot con mirada nostálgica—. Nada de esposo, nada de hijo, tampoco había trabajo y solo me preocupaba sobre cómo combinar la ropa para salir a bailar —agregó.
— O elegir qué nombre usar para mentirle a los chicos —comentó Loreley con voz somnolienta.
— O juntar plata para comprar alcohol —dije suspirando.
El silencio nos rodeó y permanecimos las tres mirando la nada misma mientras nos encontrábamos acostadas en la cama de Margot. En otro momento de nuestras vidas, habríamos estado recostadas pintándonos las uñas, mirando revistas y durmiendo, pero ahora nos encontrábamos intentando hacer dormir a un revoltoso Lio.
Ya desde pequeño podíamos asegurar que era dramático como su padre y terco como su madre, y absolutamente todo giraba alrededor de él. Como adultos, debíamos ser capaces de educarlo para que no fuese caprichoso ni dependiente, pero era adorable así que no era fácil de controlar.
— Por favor, cielo, duérmete que mamá quiere fumar sin culpa —canturreó Margot acariciando dulcemente la mejilla de su hijo mientras jugaba con su teléfono y gritaba cosas sin sentido. Los ojos de Lio se veían tan despiertos que estaba un noventa por ciento segura que no se dormiría pronto.
Lio se encontraba en el centro de la cama custodiado por Margot y por mí a sus lados, mientras que Loreley cruzaba la cama, recostada boca abajo como si acaso fuese un lobo marino bajo el sol. Un lobo marino que había estado trabajando todo el día y que intentaba distraerse de sus problemas amorosos.
Últimamente estaba un poco más gruñona de lo usual, haciéndole reflotar su lado más sarcástico y malvado.
— ¿Podrías ayudarnos en algún modo? —le pregunté a Loreley tras intentar cantarle, pero en vez de dormirlo probablemente le ocasionaría una hipoacusia con mi nula afinación y altos decibeles de sonido. Ella tenía mucha experiencia con los niños y había visto con mis propios ojos como era capaz de encantarlos como si acaso fuese el flautista de Hamelin.
— Mis poderes no funcionan con él —susurró suavemente. Podía oír un leve ronquido entre sus silencios.
Mis ojos pasaron se Loreley a Margot quien se veía agotada en su intento por dormir a su hijo, pero como en todo en su vida, no se rendía fácilmente. Ella se veía más preocupada por nosotras ya que creía que una cena entre amigos no podía consistir en pasar más tiempo durmiendo a un bebé que bebiendo y comiendo, pero en esto se había trasformado nuestras vidas.
Eran cambios que modificaban en mayor o menor medida nuestras vidas, a veces eran imperceptibles y a veces más notorios. En un primer momento podían llegar a desorientarnos pero era cuestión de tiempo y predisposición para que todo siguiera su curso, para que las cosas que antes no eran usuales se volvieran costumbres y para aceptar que lo que sucedía no iba a cambiar así como tampoco había marcha atrás.
ESTÁS LEYENDO
Sin Reservas (SA #2) |Finalizada|
ChickLitPiper y Aiden están metiéndose en un mundo inexplorado. Logan y Loreley desistieron de ser adultos normales. Luana solo quiere hacerse valer. Y Douglas está obsesionado con lo que no puede tener. Ellos aún intentan sobrevivir en un mundo co...