|LUANA|
— No-vios —dijo Douglas, pronunciando cuidadosamente la palabra.
— No... vi... os —repetí con dificultad, mirándolo con extrañeza. Él sonrió e insistió para que lo dijera una vez más—. Novios —repetí.
— Muy bien, ahora en una oración. Tú y yo somos novios —me dijo.
— Somos... —empecé a decir pero sonaba extraño, tanto en mi mente como en voz alta—. ¿Es necesario esto? ¿En este momento? —pregunté, mirando a mi alrededor.
Nos encontrábamos en la sala de mi casa. Rodeados por mi mamá, Javier y Loreley; los tres nos miraban con inquietud. Una mezcla de curiosidad, confusión y fervorosa alegría. Era extraño ver a mi mamá más contenta que yo ante la idea de una relación entre Douglas y yo. Ella me miraba con excitación, con sus grandes ojos brillantes y aplaudiendo como una niñita; se veía como cuando miraba una de sus series y sus actores favoritos estaban por besarse.
Me acomodé inquietamente, dedicándole una mirada venenosamente que obviamente no produjo efecto. Javier se notaba tenso. ¿O tal vez incomodo o celoso? Él sentía recelo ante el cariño que mi mamá le tenía a Douglas, y era seguro que quería su esposa dejara de mirar con ojos soñadores al hombre a mi lado. El cual era mi novio.
¿Por qué continuaba sonando extraño?
— Así que, ¿Cuáles son tus intenciones con Luana? —preguntó Javier tras aclararse la voz y hacer una postura extraña. ¿Le dolía la espalda?
Douglas y yo cruzamos miradas de soslayo mientras mi mamá y Loreley posaron sus ojos en Javier con reproche.
— ¿Estamos en el siglo 17? ¿Necesita tu aprobación para ser su novio? —preguntó mi mamá, y él comenzó a entorpecerse.
— Soy el hombre de la familia —dijo con inseguridad. Tanto mi mamá como Loreley y yo reímos, sin intención de burlarnos de él pero sí dándonos diversión la situación.
— Cariño mío —susurró mi mamá, acariciándolo con ternura y dándole un beso—. En esta familia no hay tal cosa como eso... ellas apenas me respetan a mí, mucho menos tu opinión en sus vidas sentimentales —sugirió, y el resto asintió de acuerdo con sus palabras.
— Me da mucha alegría saber que están felices por nosotros, la verdad, es que no sabía cómo reaccionarían —comentó Douglas, enlazando con fuerza su mano con la mía. Yo le sonreí ante su expresión tímida y radiante.
— No podría pedir un mejor yerno —canturreó mi mama, haciéndome dar vergüenza.
¿No podía controlar su excitación?
— A mí me alegra ver a mi hermana feliz y sociable. No estamos acostumbradas a eso pero nos iremos adaptando, y sabes que eres muy bien recibido en esta familia —comentó mi hermana, sonriéndole con aire inocente y cálido. La imagen de bondad contrastaba con las palabras que pronunciaba sin sonido y las señales de su dedo que pasó casi inadvertidamente por su cuello.
No era necesario ser un gran lector de labios para darse cuenta que mi hermana lo estaba amenazando. Y Douglas solo sonreía como si le hubiese dado la mejor noticia del mundo. No estaba seguro sobre a quién mirar ofendida.
Y aún evaluaba qué debía hacer ante aquella situación, cuando Douglas tomó mi mano para alejarme del resto. Resguardándonos en el lugar en que más cómodos nos sentíamos y en el que estábamos seguros que no irían, el sector de la cocina.
— ¿Ves? ¿Nada ha pasado? —preguntó Douglas, acercándose a mi lentamente, masajeando con su mano mi cuello con el que me sumergía en un leve trance.
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Sin Reservas (SA #2) |Finalizada|
Literatura FemininaPiper y Aiden están metiéndose en un mundo inexplorado. Logan y Loreley desistieron de ser adultos normales. Luana solo quiere hacerse valer. Y Douglas está obsesionado con lo que no puede tener. Ellos aún intentan sobrevivir en un mundo co...