Capítulo 6: Hay mentiras

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Que no son del todo malas. O no sé, tal vez me estoy convenciendo de eso para poder usarlas. Quizás, me estoy pasando al lado oscuro por juntarme demasiado con Logan o porque los genes malvados de mi hermano mayor recién están haciendo efecto.

Pero es que... ¿Qué se supone que debo decir cuando me preguntan sobre mi embarazo?

Siempre están esos que preguntan: «Aw, me imagino la emoción del momento en que se enteraron. ¿Cómo fue todo eso? ¿Estuvieron felices?». Y no creo que sea bueno que responda con: «Creí que tenía una intoxicación alimentaria, y no, estábamos muertos de miedo».

Además, parece que toda mi vida gira en torno a este trascendente momento. Antes era sobre mi carrera, luego sobre mi pareja y ahora sobre mi futuro hijo. Aunque Aiden sigue insistiendo que es una nena...

¿Qué es lo que sigue? ¿Todos preguntándome por mi jubilación?

Siento como que siempre interesa el futuro nada más. Todo es perspectiva y nada es realidad. Estamos tan enfocados en lo que irá a pasar y cómo, que no nos enfocamos en el momento. No tengo idea en qué momento me volví tan filosofa pero muchas veces es necesario detenerse completamente y enfocarse en lo que sucede hoy y ahora.

¿Y ahora qué estoy haciendo? Nada, solo preparando todo para mudarme para empezar una nueva vida.

— ¡No, no quiero! ¡No puedo! —grité infantilmente, negando firmemente. Aiden suspiró rendido y pasó sus manos por su pelo en señal de frustración. En verdad, me gusta todo lo que está sucediendo pero eso no significa que no me aterre cada paso que soy—. ¿Por qué hay que deshacerse de este sillón? —inquiero mirándolo con cara de cachorro abandonado, pasando mis manos por el respaldar de mi sillón en donde Loreley y Matt están sentados.

— No podemos llevar todas nuestras cosas, ya hablamos de esto —me dice él, adquiriendo paciencia de algún lado.

— Pero es que... estoy enlazada sentimentalmente con él —murmuro haciendo un mohín con mis labios—, y hemos tenido muchas veces sexo aquí —agregué.

Inmediatamente, Loreley y Matt se levantaron, mirando al sillón como si fuese fuente de todas las enfermedades de transmisión sexual. Debo aclarar que si acaso el sillón fuese capaz de transmitir algo, eso sería pereza, porque es muy cómodo.

«Pobre, quizás tenga sentimientos»

— El sillón no tiene sentimientos —sentenció Loreley con su aguda mirara, y elevé mis cejas con expresión oscura.

— Tú no tienes sentimientos —susurré y ella puso los ojos en blanco.

— ¿Y qué hay de aquel sillón gris que vimos? Amplio y en el que se pueden dormir mejor —dijo Aiden, dándome aquella mirada que era una mezcla entre negociación y desafío. Rápidamente recordé ese sillón y sentí mi cuerpo hormiguear ante la imaginación de dormir allí.

— Está bien, nos deshacemos de éste o se lo damos a Robb. Él siempre me envidió el sillón —respondí enseguida, y Aiden sonrió victorioso, dándome un beso en la frente. No es que fuese una persona fácil de convencer, solo que Aiden sabía exactamente que decir para lograrlo.

Continué empacando todas mis pertenecías con la ayuda de Loreley, mientras Matt ayudaba a Aiden con su casa.

Al principio todo era un poco aburrido y muy melancólico pero el ambiente se volvió más festivo cuando Loreley puso música a todo volumen, y tiempo después llegó Logan a hacernos compañía. Guardar toda tu vida para comenzar una nueva nunca había sido tan divertido.

Era gracioso y placentero ver a Logan entusiasmado por todo esto que me pasaba. Tras lo sucedido meses atrás con nuestra pelea, había costado un poco volver a ser los mismos de siempre pero lo habíamos logrado. Él y yo no podíamos estar mucho tiempo separados. Éramos almas que debían estar unidas, y nuestras vidas se volvían aburridas sin el otro.

Logan se había desprendido de su saco y la corbata, transformando su elegante aspecto de trabajo en algo un poco más rutinario. Ordenaba y bailaba al mismo tiempo. Haciéndome bailar con él, e incitando a Loreley a moverse vergonzosamente. Aún no se bien cómo ocurrió, pero terminamos cantando Material Girl de Madonna con unos sombreros y antifaces que habían quedado de alguna que otra fiesta de disfraces.

De pronto la puerta se abrió de improvisto, y nos quedamos en blanco a mitad de una genial coreografía.

— ¿Qué están haciendo? —preguntó mi hermano, adentrándose a mi casa como si acaso fuese tierra empantanada repleta infestada de animales salvajes.

Los animales salvajes probablemente éramos nosotros tres.

— Tomando el té, ¿quieres unirte? —inquirió Logan sonriéndole con pedantería. Robb hizo una expresión burlona y se acercó a mí para darme un beso en la mejilla.

Él se veía realmente lindo con aquel jean, camisa y suéter azul. Le daba un aspecto intelectual que encajaba con su apariencia aunque no tanto con su personalidad. Me gustaba ver su faceta de profesor de secundaria porque era la única forma de verlo ser un ser humano maduro. Sus ojos oscuros como los míos se posaron en mi abdomen, y con su mano saludó a su futuro sobrino, sonriéndole con suavidad.

— Hola pequeña del tío, ¿Cómo estás? —le habló a la panza y lo miré venenosamente.

¿Acaso nadie me oía cuando mi instinto me decía que era un niño?

— Es niño —le aclaré, y él elevó sus ojos con ironía.

— Es niña —me dijo, obligándome a cruzarme de brazos para parecer un poco más respetable.

— Es cierto, va a ser niña. Lo presiento —comentó Loreley apareciendo a mi lado, y apoyándose en mi hombre como si acaso fuese una mesita ratonera. Logan se unió a nosotros y asintió de acuerdo.

— ¿Todos creen que va a ser niña? —pregunté completamente indignada.

— Yep —respondió Logan. Me controlé para no enojarme y enchincharme como una niña, así que hice lo más maduro que podía hacer en ese momento.

Me fui a buscar algo para comer.

— Entonces hermana, ¿Cómo te sientes con todos estos avances en tu vida? —inquirió mi hermano, sentando en el sillón y tocándolo con suavidad.

Yo me encontraba sentada entre las mandas agrupadas en el suelo, comiendo helado de chocolate con una gran cuchara. Lo observaba cuidadosamente, sabiendo que deseaba mi sillón pero no le sería fácil conseguirlo. O tal vez sí si es que Aiden me convencía.

Pero él no estaba presente.

— Saca tus sucias manos de mi sillón, bastardo —susurré amenazante, apuntándolo con la cuchara. No había nadie más peligroso que yo con una cuchara en mano, podía sacarle los ojos antes de que él se diese cuenta. Él me sonrió descaradamente con mirada divertida, y suspiré resignada—. Estoy nerviosa y un tanto asustada, pero voy a ganar —comenté.

Su sonrisa se tornó más comprensiva y amable, y sus ojos se volvieron brillantes, con cierto orgullo que me hizo sentir inquieta. Él y yo no estábamos acostumbrados a ser serios entre nosotros.

— Todo va a salir bien, solo ten un poco de confianza —canturreó guiñándome un ojo. Y sonreí intentando ser optimista.

Robb y yo nos quedamos en silencio hasta que nos dimos cuenta que había demasiada quietud en la casa. Ni Logan ni Loreley se oían, y decidimos buscarlos para encontrarlos en mi cama durmiendo una siesta. Se veían como dos niños, agarrados por los brazos. No pude evitar tomarles una foto y con Robb volvimos a la sala a distraernos un poco.

Me senté junto a mi hermano, convidándole de mi helado y pensando que el futuro tal vez no me daba tanto miedo como antes si es que tenía a todas estas personas a mí alrededor para apoyarme.

Sin Reservas (SA #2) |Finalizada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora