VIVIR LA VIDA

Capítulo 1: Dos historias

Un atractivo joven de cabello alborotado se encontraba como todas las mañanas cumpliendo con su rutina diaria de entrenamiento. El joven daba de golpes a un saco de entrenamiento, cuando sintió de repente un extraño cansancio que lo hizo apoyarse en la pared, mientras regulaba su respiración, al tiempo que sintió unos pasos y una voz decirle: ¿Te encuentras bien?

Sí, creo que abuse mucho haciendo ejercicio, pronunció el joven de cabello alborotado sentándose en una banca con ayuda de su amigo.

Gokú creo que no debes entrenar tanto, falta mucho para el próximo campeonato, además últimamente no te veo nada bien, decía un calvo preocupado.

Tal vez tengas razón Krilín, pero si no entreno no podré mantener mi título, respondió el nombrado.

Gokú, ¿Qué es más importante un título o tu salud?, contesto Krilín.

Mi salud, ¡por supuesto¡ dijo el joven de cabello alborotado con firmeza.

¿Y ya fuiste con el médico?, acotó el calvo.

Sí, Vegueta me llevo obligado, ya parece mi padre, contestó Gokú sonriendo.

Qué bueno que al menos alguien de tu familia se preocupa por ti, porque tus padres y hermano solo te ven como minita de oro, dijo Krilín con tristeza.

Lo mismo dice Vegueta, pero al menos él es distinto, un poco gruñón y orgulloso, pero es mejor que mi hermano, él es un verdadero amigo al igual que tú, además es mi primo, dijo Gokú.

¡Gracias por tus palabras¡ y qué bueno que Vegueta no solo sea tu primo y amigo, sino también ahijado de tu padre, y por ello este viviendo con ustedes mientras sus padres están en el extranjero, sino que sería de ti amigo, expreso el calvo con tristeza, viendo entrar al gimnasio a un joven cabello de flama.

Que te he dicho Kakaroto, ¡de nuevo entrenando!, tienes que descansar, al menos hasta no saber qué es lo que tienes, el médico te pidió que guardes reposo, decía Vegueta.

Ya Vegueta no me regañes, respondió Gokú.

Eso es lo que mereces niño, contesto el joven cabello de flama.

¿Y cuándo irán con el médico?, pronunció Krilín.

Hoy en la tarde, allí nos darán los resultados de los estudios que le hicieron a Kakaroto, respondió Vegueta.

Mientras tanto:

En un bar donde asistían gente de muy mal proceder, una bella jovencita pelinegra discutía con un hombre mayor ebrio.

Suélteme, yo no soy una cualquiera, yo solo trabajo de mesera, no me confunda, decía la joven dándole un golpe en el estómago al ebrio y saliendo lo más rápido que podía del lugar, cuando escuchó.

¿A dónde crees que vas?, dijo una voz que estremeció a la joven.

Ya no quiero seguir aquí, me voy de este lugar, pronunció la pelinegra con calma.

Crees que puedes mandarte sola, te recogí de la calle, te poco gruñón y orgulloso, peodi techo y comida, ahora es tiempo de que me devuelvas todo lo que he hecho por ti niña estúpida, de acá no te irás, decía una mujer de cabello rojizo, tomándola del brazo con fuerza para volverla dentro del local.

No ¡por favor¡ no quiero volver, trabajare de otra forma, le daré dinero, pero aquí ¡No, por favor¡ contesto sollozando la pelinegra.

Jajaja, en ningún lugar conseguirás más dinero que aquí, le sacaremos lustre a tu belleza y ni piensen en volver a querer escapar porque te irá muy mal si lo haces, decía con maldad la mujer llevando a rastras a la joven, para encerrarla en una de las habitaciones.