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Conforme el tiempo pasa la incertidumbre me invade, y no puedo evitar crear en mi mente posibles desenlaces de esta situación.

La muerte.

Y es que, ¿para qué más querría, un tipo que hace que le llamen Gobernador, a una pareja de sobrevivientes? Se me es imposible tan sólo imaginarlo.

Cuando el vehículo se detiene el agarre que el hombre ejerce sobre mi vuelve a intensificarse, y aunque intento forcejear acaba cubriéndome la cabeza con una bolsa de género, y de la misma forma obligándome a bajar del vehículo. Siento como amarran mis muñecas, y aunque sé que no hay caso con ello aun así forcejeo, ganándome un golpe en la nuca que hace que se me oscurezcan —en la casi nula imagen que se presenta frente a mis ojos— las orillas. Cierro mis ojos durante un momento esforzándome para no caer mientras me obligan a caminar. 

Tras un par de minutos el crujir de una puerta al ser abierta resuena en mis oídos y el hombre que me guía se detiene, obligándome a repetir su acción. 

—Lleva al chino adentro, yo me encargo de la chica. 

Paso saliva y me agacho con rapidez, zafandome del agarre que ejercen sobre mi, y como puedo —y esperando que mis instintos no me fallen— me lanzo hacia la izquierda logrando, segun creo, botar a algunos de los hombres, sin embargo cuando voy a continuar el frío del metal de un arma en mi nuca. 

—Si continuas con esto no te mataré solo a ti, sino también a la chica —dice.

No digo nada. Me quedo helado y solo me limito a seguir las indicaciones que una de las voces masculina me dice. El desconocido me guía algunos metros antes de oír como se cierra una puerta mis espaldas. Cojo aire e intento no lanzarmele encima cuando me obliga a sentarme en una dura silla y me amarra los brazos a los costados de ésta. Seguido de ello me quita la bolsa de la cabeza y se gira para abonar la habitación.

Cuando cierra la puerta dirijo mi vista a mis manos y me percato de cuán apretadas se encuentran las cuerdas. Aprieto los dientes.

Tengo que salir de aquí. Tengo que salir de aquí y salvar a Madison.

—No creí volver a verlos —una voz masculina llama mi atención, sin embargo no elevo la mirada. Me mantengo observando sus pies al acercarse a mí. Conozco ese caminar—, me fuí para no mataros —lo miro, lleva el cabello un poco más largo que la última vez que lo vi, sin embargo éste continúa corto—, a ti y Madison... Porque vale —resopla negando y luego esboza una sonrisa. Aprieto los puños—, no tienes idea de cuanto quería hacerlo —él eleva sus cejas, como si esperara una respuesta de mí, sin embargo al no obtenerla vuelve a hablar—. ¿dónde están los demás?

Podría mentirle e intentar engañarlo para que nos saque de aquí, sin embargo sé que eso no es posible porque estoy seguro de que si pregunta aquello es solo para hacerme sufrir con ello.

—No lo sé.

Shane frunce el ceño y aprieta los puños acercándose a mí.

—¿Cómo que no lo sabes? —inquiere, y solo le limito a encogerme de hombros.

—No lo sé —repito—, nos separamos hace más de un mes.

Entonces sonríe, da un paso atrás y eleva su cuchillo apuntándome mientras asiente.

—Hasta que se hartaron de ustedes ¿no? Rick tardó, eh.

No le respondo, no porque no me atreva a hacerlo, sino porque me da igual como interprete la situación.

—¿Qué harán con nosotros? —le pregunto.

—¿Qué creés tú?

Niego, y Shane desvía la mirada. Juguetea con el cuchillo entre sus dedos y luego se vuelve hacia mí. Aprieto la mandíbula cuando acerca el arma a mi rostro, sin embargo no me alejo y me mantengo observándolo a los ojos.

—Ya no eres el mismo «Ojitos» —hace énfasis en la última palabra, lo que provoca que me arda el pecho—, ahora eres fuerte, bastante fuerte para ser chino —agrega, y entonces me golpea en el rostro sin darme tiempo de reaccionar.

Jalo de mis muñecas intentando liberarme de las sogas que me impiden defenderme de los golpes que comienza a lanzarme. Jadeo cuando uno de ellos provoca que la vista de me oscurezca por las orillas, y cuando abro los ojos me encuentro con su rostro tan cerca del mío que puedo cada línea de café más oscuro en sus ojos.

—Tienes suerte de que no pueda matarte —me dice, pero aun así vuelve a golpearme y puedo sentir como un hilo de sangre baja por mi mentón—, pero tranquilo, Phillip se encargará de hacerlo —añade y entonces se aleja para así salir de la habitación.

Toso, intentando coger aire, sin embargo aquello se me dificulta demasiado. Cierro los ojos con fuerza e intento liberarme de las sogas, no obstante no tardo en detenerme al oír una voz bastante conocida para mí.

—¿Qué quieres? —puedo notar que está nerviosa, pero aún así intenta parecer fuerte.

—Necesito soldados, eso es todo —la voz del Gobernador parece tranquila, pero aun así es evidente que aquel no es único progreso—, Shane me ha dicho que les conoce y son lo que requerimos.

—Si eso es lo que quieres —Madison habla, y puedo imaginarla elevando sus cejas mientras lo observa— no tendría sentido que nos trates de ésta manera.

—Está bien, eso no es todo lo que quiero —le dice, y puedo oír como da algunos pasos, entonces oigo a Madison gimotear.

—No me toques.

Aprieto los puños tan fuerte que duele e intento liberarme de las sogas una vez más, sin resultado alguno además de la sangre que comienza a brotar de mis muñecas. Suelto un grito al volver a oírla pedir que no la toquen y grito su nombre tan alto como puedo.

—¡Dejadla! —exijo, y entonces la puerta se abre y el Gobernador se adentra a la habitación cogiendo a Madison del cabello y amenazándome con cortarle la garganta.

Ojitos » Glenn Rhee [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora