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Han pasado tan solo dos días desde la muerte de Dale y aquel desagradable dolor en mi pecho persiste sin intenciones de abandonarme.

Me siento, sinceramente, devastado.

—¿Quieres ir a caminar?

—No la verdad.

—¿Y hablar un poco? —la observé.

A diferencia de mí, Madison ha logrado comprender realmente todo lo ocurrido. Pues ella a logrado hacerse paso entre la tristeza y el dolor para continuar con relativa «normalidad» la vida.

Pero yo no. Por más que lo intente aún no soy capaz de continuar, no soy capaz de aceptar, coger aire y dar un paso en frente por Dale.

—Me duele el pecho —le dije, porque la verdad no sabía como explicarle que aún continuaba enormemente dolido.

Madison me observó con una ceja enarcadas y resopló.

—No te hostigues Ojitos, piensa en él pero no demasiado —apreté los labios, y Madison arrugó la nariz antes de sentarse a mi lado—. No sabes a lo que le refiero ¿o sí?

—No concretamente.

Ella me observó y extendió su mano para coger la mía y posicionarla sobre su muslo mientras le otorgaba algunos apretones.

—Es algo que aprendí muy pequeña —acarició mi dedo pulgar—, me lo enseñó un anciano que vivía en la casa del lado de la mía. A pesar de ser un pueblo pequeño a las afueras de Atlanta y que al final de día todos sabíamos todo sobre los habitantes del lugar. Por su parte él solo sabía que mi padre se había ido; tan solo eso. No sabía si estaba vivo o muerto. Sin embargo me dijo «con el tiempo aprendes a vivir con unos y sobrevivir sin otros, pero el truco del juego está en darles vida a aquellos seres importantes para ti que ya no están físicamente» —pude ver como sonrió conforme apretaba mi mano—. Era una cría, apenas y sabía limpiarme el trasero cuando iba al baño pero lo comprendí a mi manera y lo utilicé como yo creí era el mejor modo de hacerlo.

La miré con las cejas en alto y cuando se giró a mí apreté los labios formando una línea.

Si bien parte de lo dicho me había llegado de lleno en mi sentir no sabía muy bien como utilizarlo. Y es que jamas estuve acostumbrado a la perdidas.

Viví una corta parte de no vida en Corea por lo que no establecí una relación muy fuerte con algún pariente que no fuera mi madre, mi padre o mi hermana. Y cuando llegué a Estados Unidos si bien tenia varios amigos y conocí a bastante gente ninguna de ella se fue de mi vida como para afrontar antes el dolor que ahora siento. Y por ende jamás nadie me dijo que hacer al respecto. Era por eso que la muerte de Dale me afectó tan bruscamente.

—¿Como lo utilizaste? —le cuestioné luego de un momento, porque francamente quería continuar oyéndola.

—Me dije a mí misma «seguirá aquí —se señaló, para mi sorpresa, la cabeza—, pero para que no me verá fracasar como él creía»

Suspire.

Sabía que Madison era fuerte tanto física como psicológicamente, sin embargo creo que me llevará bastante trabajo coger aquella fuerza mental que ella posee. Y el no poseerla me dificulta bastante el día a día.

Me sentía débil, y aun más estando junto a ella. Me sentía inútil.

—¿Has sentido como si tuvieras el corazón roto? Porque es raro pero me siento así.

Le pregunté queriendo alejar los pensamientos que amordazaban mi mente.

Madison apretó mi mano entre la suya y susurró:

—Todo está bien Ojitos; todos estamos un poco rotos —la observé con atención—, nadie vive su vida con el corazón completo.

Elevaba sus cejas y mantenía sus ojos bien abiertos, enseñándome la potencia de su mirada al observarme con detenimiento. Separé los labios para hablar, sin embargo no fuí capaz de pronunciar ninguna palabra antes de que ella se levantara con cierta preocupación y tras soltar mi mano se encaminara hacia Andrea, que sobre la autocaravana observaba con los prismáticos una dirección año lejos.

—¿Que pasa? —interrogó rápidamente Madison. Andrea se giró hacia nosotros y asintiendo cogió el rifle que colgaba de su hombro—. Le avisaré a los demás —me dijo y se echó a correr al interior de la casa de los Greene, donde gran parte del grupo esperaba el almuerzo que Hershel había decidido hacer para todos.

En cuanto Madison desapareció retiré el arma de mi cinturón y subí con rapidez al techo de la autocaravana para poder comprender mejor lo que nos atormentaba. Y en cuando Andrea me extendió los prismáticos y observé a través de ellos la dirección que me indicó quedé pasmado.

El llamado de Rick no tardó en llegar y en cuando le entregué los prismáticos no tardó en indicarnos que debíamos abandonar la granja lo antes posible. Y es que sinceramente, al menos por mi parte, jamás había visto tantos caminantes.

En cuanto bajé de la autocaravana Madison me lanzó mi mochila y me observó conforme me hacia señas con las manos para que la siguiera.

—Carl ya está dentro —señaló la camioneta a nuestras espaldas y me entregó las llaves de la misma—, iré a ayudar a Beth a convencer a Hershel de irnos; si me tardo demasiado y ves a la horda cerca solo vete.

—¿Bromeas? —le interrogué con los ojos bien abiertos—, no te dejaré Madison —me apresuré a decir, sin embargo ella solo se limitó a apretar sus labios y palmear mi hombro con suavidad antes de echarse a correr hacia la casa.

Sentía mi cabeza palpitar y la preocupación aumentar con cada segundo que transcurría dentro del vehículo.

Lori, quien se hallaba junto a Carl abrazándolo con fuerza me interrogaba repetidas veces que hacíamos ahí; qué por qué no nos íbamos, sin embargo por más minutos que trascurrieran, y por más próxima que viera aquella horda no pisé el acelerador sino hasta que Daryl y Rick abordaron el vehículo.

—No hay nada que hacer, arranca.

—¿Qué?

—¡Solo arranca Glenn!¡Rápido!

Asique, a pesar del dolor que invadió mi pecho en ese momento pisé con fuerza el acelerador, sintiendo que acababa de dejar lo más importante para mí a mis espaldas.

—Ve por el otro lado, vienen muchos —Rick me dijo, señalando hacia la izquierda, y a pesar de seguir su indicación no comprendí a lo que se refería sino hasta que a través del espejo retrovisor logré ver la gran cantidad de caminantes que dejábamos atrás.

—¿Y los demás? —cuestioné sintiendo el pudor apoderarse de mí.

—Shane partió antes en la autocaravana junto a Andrea y Carol.

—¿Sólo ellos? —Rick asintió, y aunque noté que él también estaba dolido e intentaba no hablarme con mucha potencia no tardé en sentir el desagradable dolor en mi pecho aumentar.

—Quizás escaparon amigo —Daryl me dijo dando una palmada a mi hombro desde la parte de atrás del vehículo.

Asintiendo di todas mis fuerzas para lograr calmarme, y cuando por fin lo logré acabé dejando escapar toda la preocupación que sentía en un largo suspiro.

Solo esperaba que Daryl no se equivocara, que tuviera razón y Madison estuviera a salvo. Esperaba que hubiera cogido algún vehículo y hubiera escapado junto a la familia Greene. Esperaba que estuviera a salvo y pudiera volver a verla. Esperaba que este no fuera el final.

Ojitos » Glenn Rhee [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora