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Separo los labios intentando coger aire, sin embargo la desesperación me lo complica bastante. Me estremezco involuntariamente y frunzo el ceño sin apartar la vista del Gobernador.

—Si continúas —dice—, no habrá mas solución que asesinarte, y ahí, Madison —pronuncia su nombre sobre la mejilla de ella, quien cerrando sus ojos intenta apartarse—, será completamente mía.

Me quedo inerte, obligándome a respirar, porque sus palabras me han dejado fácilmente sin aire.

«Inhala, exhala, inhala, exhala, muy bien, ahora repite una y otra vez»

—Entonces Glenn —continúa—, antes de que interrumpieras le estaba explicando a Madison porqué están aquí —aprieto la mandíbula al recordar como Madison hace algunos minutos le exigía que no la tocara—, están aquí para hacer algo que podría costarles la vida.

—¿Qué te hace pensar que haremos eso? —inquirí con impotencia, sin embargo él solo reaccionó apretando aun más el cuchillo contra el cuello de Madison, quien cerrando sus ojos suelta un quejido.

—Lo harás, sé que lo harás porque eres un idiota enamorado —añade—, alguien que haría todo por una chica a quien conoció gracias a los mordedores.

Aprieto los puños. Sé que se refiere a los caminantes y también sé que intenta decir que si nos hemos conocido es por el desastre en que se ha convertido el mundo; que no deberíamos estar juntos.

Pero lo estamos, y no cambiaría nada por eso.

—No sabes nada acerca de nosotros —Madison le habla, entonces él sonríe con malicia y se encoge de hombros antes de retirar el arma del cuello de ella, para luego empujarla hacia mi dirección.

—No me interesa en lo más mínimo lo que tu creas muñeca. Pero no te preocupes, pronto todo acabará para ambos.

Se gira sobre sus talones y desaparece cerrando la puerta a sus espaldas.

Madison se gira hacia mi, y con rapidez y desesperación se esmera en desatar las sogas de mis muñecas.

—¿Te hizo algo? —le pregunto en algo similar a un graznido, ella me mira de reojo y sacude la cabeza—, lo mataré, te lo prometo.

—No importa Ojitos.

La miro con el ceño fruncido y sintiendo como la sangre me hierve, ¿qué no importa?¿habla en serio?

—No importa lo que me haya hecho —añade, supongo, al ver mi reacción—, solo hay que preocuparnos de hallar la manera de escapar de aquí.

—Lo mataré.

—No, no pienses en eso ¿vale? —se levanta y yo muevo mis muñecas, sintiendo como si las sogas continuaran allí—, no podemos arriesgarnos.

Aprieto los dientes mi levanto, y, con ímpetu cojo la silla en que permanecía atado para después romperla, de un golpe contra el suelo. 

—Glenn —me llama, pero no le prestó atención, solo me esmero en retirar las patas de la silla, creyendo ser capaz de utilizarlas como armas—, Glenn. Glenn.

Me giro hacia ella, pasando una mano por mi rostro sintiendo la sangre seca en él.

—¿Qué?

—Estaremos bien —dice, y yo enarco mis cejas inhalando con fuerza—, por favor no te alteres —añade, sin embargo sé que solo intenta mantenerse calmada para que yo no continúe actuando así, y se lo permito, porque aun así comprendo sus palabras.

—¿Cómo? —le pregunto ahora más tranquilo, apretando un poco la madera de la silla en mi mano—, no tenemos armas y ya hemos visto a nueve hombres; ¿cómo lo haremos? Siquiera sabemos que es lo que quiere ese loco.

—Tienen algo así como un científico; quieren hallar una cura —ladeo la cabeza y ella se encoje de hombros—, no lo sé, supongo que querrá usarnos como sujetos de prueba o algo así.

—Pero, ¿entonces por qué dijo que Shane dice que seríamos buenos para eso?

—Porque Shane nos quiere muertos —responde sin más—, y seamos sinceros, Rick me comentó que estuvieron en el CDC y siquiera allí tienen la cura, ¿qué les hace pensar que alguien si podría crearla?

Desvío la mirada, si es así aun no comprendo como llegaron a nosotros ¿será que nos seguían o habrá sido una simple coincidencia y Shane le comentó que nos conocía para hacernos creer que lo planearon?

Doy un paso hacia Madison y la estrecho en un abrazo, intentando trasmitirle todos los sentimientos que revoloteaban dentro de mí; alegría por estar con ella; desesperación por la situación en que estamos; miedo por lo que pueda ocurrir; pero el más potente, y el que no sé exactamente de que se trataba era el que me provocaba aquella opresión en el pecho, algo parecido a la angustia y la melancolía, sin embargo ninguno de los dos en específico.

Cierro con fuerza los ojos y disfruto de sus brazos aferrados a mi espalda.

No quiero perderla, no quiero perder a mi pequeño pedazo de cielo, no quiero que esto acabe, quiero sufrir ni quiero que ella sufra.

—Necesitamos salir de aquí, ahora.

Ojitos » Glenn Rhee [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora