Capítulo 5

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El principio del final.

Harleen seguía abrazada a su propio cuerpo, no quería mirar.
Se escucharon pasos de alguien corriendo. Gritando su nombre.

-Harleen, aquí estas. Que susto me diste.- Barry había saltado a la cama abrazándola.
-¿Qué, qué haces aquí?- le preguntó ésta apenas hablando.
-Harleen, desapareciste, te llame centenares de veces y no contestabas, me habías preocupado.- le contestó este arrodillándose a su lado y corriéndole el pelo de la cara suavemente.
-Yo...no me sentía bien, no quise arruinarles la noche.- contestó dubitativa.
-Ay niña...- le dijo abrazándola con cariño y ternura.- me quedaré aquí esta noche, y mañana arreglaré la cerradura.

Era sábado por la tarde, y Harleen despertó lentamente, apenas comprendiendo lo sucedido. Se levantó de su cama, aún con la ropa que llevaba puesta ayer.
Se levantó al baño, se lavó la cara y fue a la cocina.
Había una nota.

"Ya arreglaron la cerradura. Llámame en cuanto despiertes. Tal vez te apetezca ir a cenar conmigo.
Barry."

Harleen no sonrió, ni emitió ninguna sensación, más bien se sentía invadida.
Invadida por recuerdos, por su familia, por su carrera, por Barry, por Jack, por ella misma.

Le mandó un mensaje de texto que decía:

"Estoy bien, preferiría quedarme en casa. Hasta el lunes."


Pasaron varias semanas sin saber nada de Jack. Su vida iba tomando color otra vez, era la misma Harleen de siempre, amable, agradable, y concentrada sólo en su carrera y su formación.

Una noche, mientras estaba recostada en el sofá del living, un papel pasó por debajo de la puerta.
Se levantó rápidamente a abrir, pero no había nadie.
El papel estaba sucio, pero emanaba un dulce perfume.

"A las 23:15, en la calle de siempre."

Ya sabía que se trataba de Jack.

Se preparó estúpidamente como si se tratase de una cita, y salió en su auto hacia el lugar de encuentro.
Estacionó en la solitaria y oscura calle, mirando por las ventanas del auto a ver si veía a Jack.
Al no encontrarlo, bajó. No le puso la alarma para no hacer tanto escándalo.
Se sentó en una de las escaleras de un edificio abandonado.
Agachó su cabeza al piso pensando en para qué la quería a ella ahí.

-Buenas noches, señorita Quinzel.- Le dijo Jack, que estaba parado fumando al lado de ella, con una mano en una chaqueta de cuero negra, y la pierna derecha apoyada en la pared. Otra vez volvía a ser el mismo de siempre.

Harleen se levantó de golpe.

-¿Qué quieres?- le salió preguntar.
-Qué modales... Sólo quería verte... me están buscando. Y no creo que te vuelva a ver nunca más. Por lo menos no yo... Jack.-Le dijo.

Harleen se quedó sin entender.

-¿A qué te refieres?.- le preguntó incorporándose.
-A que hoy es el día en que mi persona dejará de existir.- le dijo seriamente tirando el cigarrillo a la calle, y caminando hacia ella.
-¿Acaso tienes problemas con las drogas?, o... ¿Necesitas dinero?, puedo prestarte.-Le ofreció tímidamente.
Jack largó una carcajada.
-No preciosa... no es eso...con el tiempo lo comprenderás. Mientras tanto, caminemos un par de cuadras, disfrutemos de la noche...-Le dijo poniéndole un brazo por encima de su hombro.

Harleen se dejó llevar por esa extraña sensación que le producía estar con ese chico.

Presentía que realmente sería la última vez que lo vería.
Así que realmente, se decidió a dejar de ser ella por unos instantes o en realidad, a ser ella realmente, y disfrutar realmente de la noche.
Jack le contó que su nombre completo era Jack Napier, pero que nunca se lo había dicho a nadie. Sólo ella era dueña de su nombre.
Charlaron, rieron, discutieron, se complementaron como dos conocidos de toda la vida.
Como si fuesen la misma persona.
Todo indicaba que eran uno.

Se odiaban, se querían, todo sin conocerse ni un poco.

Ella sentía que él era su caballero de los cuentos.
El sentía que ella era su princesa del crimen.
Y así fue para siempre, como también nunca lo fue.

-¿Has bailado con el diablo bajo la pálida luz de la luna?-Le preguntó Jack tomándola en posición de bailar un vals.
-No...-ella soltó una carcajada.- pero estoy segura de que hoy lo haré- Terminó sonriendo de oreja a oreja, perdida en la mirada de Jack.

Bailaron, dieron centenares de vueltas sin sentido alguno...
Se anudaron en un giro insulso que no llevaba a ningún baile real.
Se abrazaron, se miraron, sus respiraciones se mezclaban lentamente, estaban cada vez más y más cerca uno del otro.

-Estás tan loca...que me vuelves loco a mi.- Le dijo Jack tomándola por el mentón, y acercándose lentamente.
-¿Perdón?, ¿acaso es a mí a quien le crece el pelo de la nada y cambia de color?, ¿o quien parece de la alta sociedad y termina siendo un vagabundo?-Harleen rió.
-Ah eso... olvidé mencionarte que soy un excelente estratega-Le contestó Jack acercándose más a ella.
Ya habían dejado de girar, y Harleen quería que ese beso tomara ya forma.

Jack Sentía su propia respiración, su corazón latir, su pulso iba tan rápido que parecía que el corazón se le iba a salir por la boca, podía ver como Harleen se dejaba llevar por ese vaivén de respiraciones, al igual que él...

Cuando de repente, algo lo agarró por detrás.
Sintió un frío en el costado izquierdo de su torso.
Levantó la cabeza, y vió que un hombre encapuchado había tomado a Harleen por los brazos, y con la otra mano le tapó la boca llevándola hacia atrás.
Harleen gritaba, o al menos lo intentaba, veía como las lágrimas caían de sus ojos, pataleaba violentamente.
Jack hizo un ademán en pararse, nadie tocaría a Harleen, sólo él podía hacerlo, ella era suya, y de nadie más.

Tres hombres más aparecieron detrás de él, propinándole golpes y patadas en el estómago.

Su torso chorreaba sangre.
Jack gritaba desesperado.
Los hombres lo arrastraron hasta el borde de la calle, uno de ellos sacó una navaja.
Mientras tanto, dos hombres más tiraban a Harleen en la acera, y le destrozaban la cara a patadas.
Sangraba mucho, y gritaba.

Harleen vió como arrastraban a Jack hacia la calle, mientras los hombres la pateaban.
Lo último que vió, fue como Jack, arrodillado en la calle, con las manos en el asfalto, con su torso sangrando, escupía a uno de los hombres. Éste sacó una navaja, y la metió en la boca de Jack.
Le dijo algo que no pudo escuchar.
En una milésima de segundo, le propinó un corte a los dos lados de la boca, deshaciendo los músculos, la piel y los nervios.
Jack cayó en seco al piso, con su cara mirando hacia Harleen.
Tenía la mirada fija, los ojos perdidos en la inmensidad oscura de la noche...
No la miraba a ella... no miraba a nadie, ni a nada.
Jack ya no veía, ni respiraba, ni pensaba, ni odiaba, ni amaba.
Jack se había ido para siempre.
Harleen lanzó un grito de dolor que debía haberse escuchado por toda la ciudad entera.

Los cinco hombres metieron a Jack dentro de un auto negro que acaba de estacionar, aun en marcha.
El auto arrancó, y ella recibió un balazo en la pierna, desde una de las ventanillas.

Harleen ya no sentía dolor, ya no veía, ni respiraba, ni pensaba, ni odiaba, ni amaba...
Sólo veía la imagen de Jack en el suelo, sangrando, desgarrado...muerto.


Nunca más volvería a ser Harleen Quinzel, no sin Jack.


"Drag Me To Madness" (Joker y Harley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora