Capítulo 7

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El reencuentro

Se adentraba en sus pensamientos como una flecha.
No podía ser que él estuviera ahí. No era él. Jack estaba muerto, había dado su último suspiro frente a sus ojos.
Recordó el instante de dolor en que Jack calló al piso.

-Hija, ¿qué sucede?- su padre se había preocupado.
-No...yo...me dejó intrigada con sus marcas.-le contestó Harleen esbozando una sonrisa fingida.

A la hora del almuerzo no pudo salir de su oficina.
Se sentía ahogada por una extraña sensación.
Sentía como un filo le cortaba el alma.
Le dolía el corazón.

Intentó alejar esos pensamientos de su cabeza sin mirar a nada. Ni a nadie.
Salió de su oficina para ir al comedor.
En el trayecto vió una sombra que la miraba desde lejos.
Prestó más atención y vió a Jonathan Crane, que la observaba desde una de las mesas.
Por un momento sintió un escalofrío.
Quería charlar con él, conocerlo, pero ahora no era el momento indicado.

Su día se tornó oscuro, todo le llamaba la atención; los pasillos, las luces, los pacientes, los doctores, los guardias, el silencio, el ruido.
Cada vez que entraba a la oficina luego de ver a algún paciente, se sentaba a ver la imagen de ese maniático.
Definitivamente nada tenía que ver con ella.
Por primera vez decidió que nunca quería tratarlo.

Salió del hospital en busca de su auto, y recordó que se encontraría con Barry fuera de su casa.
Para ir al lugar, si o si necesitaba pasar por la calle que tanto miedo le producía.

Ya era tarde, las 23:15.

Cuando pasó por esa calle, en donde le habían pateado la cara, y a Jack lo habían destrozado, vió a una gran cantidad de gente correr hacia una misma dirección.
Esos barrios eran así de inquietos, no tenía por qué preocuparse.

Llegó al restaurante donde Barry la estaba esperando.
Éste se paró para abrazarla cuando la vió entrar.
Ella aún tenía su cabeza en otro lado.
Lo saludó atentamente dejando su bolso a un costado, y ubicándose en una mesa cuya ventana daba a la calle.

-¿Cómo te ha ido?- le preguntó Barry sonriendo y tomándole la mano.
-Bien, bien... demasiados pacientes nuevos.- dijo ella resoplando.
-Ah...si, en el hospital del centro también ha entrado mucha gente nueva. Pero no me quita el sueño.- Él se rió.

Ahora sí se había preocupado.
Una cosa era que la gente corra en los barrios periféricos. Una muy distinta era que toda la gente del centro salga disparada a los gritos.
Harleen se levantó de la silla sobresaltada.

-¿Qué demonios está pasando?- le salió decir.

-¡¡Rápido, ocúltense todos!!-una mujer y un niño habían entrado en el restaurante, alarmándolos a todos.

Harleen se dirigió hacia la mujer con paso apresurado.

-¿Qué está sucediendo?- le preguntó agachándose al suelo donde estaba la mujer abrazando a su pequeño niño, quien escondía la cabeza en los brazos de su madre.
-El loco...el loco de las noticias, está disparando al voleo, a quien se le cruza en su camino.- apenas podía hablar del llanto que contenía.
-Tranquila señora. Soy Psiquiatra. En lo que pueda la ayudaré. Ahora respire hondo. Necesita fortaleza para cuidar a su hijo.-Le dijo Harleen haciéndole señas a Barry para que contenga a la mujer y al niño.

-¿Y tú a dónde vas?-le preguntó alarmado tomándola del brazo.
-Déjame tranquila, e intenta ayudar a esta gente... ¿para algo te has ganado el título no?- le dijo con odio. –Lo siento Barry, no fue mi intención hablarte así.-reflexionó mientras salía por la puerta principal del restaurante.

El valor, el mejor amigo de Harleen.
Nada mejor que eso.
Tener valor y enfrentar los sucesos que nos atormentan.

Salió a la calle a contramano de los transeúntes.
Se escuchaban los disparos de una ametralladora, que rompía vidrios y hacía sonar alarmas.
Se escuchaban los gritos desgarradores de la gente.
Se veían apagarse las luces de las calles a medida que los disparos se acercaban.
Había una fila de unos seis hombres, vestidos pobremente pero todos con las caras cubiertas.
Y detrás...detrás estaba el peor enemigo de Harleen...
Detrás de esos hombres estaba el miedo... el miedo encarnado en persona...
Esa persona le causaba todos los sentimientos más incomodos que alguien puede tener.
Miedo, terror, horror, asco, repulsión, fobia...

Detrás de esos seis hombres, se veía la silueta de un hombre más, que medía unos dos metros, agachado, con su arma bien sujeta a sus manos, las cuales contenían guantes de cuero violetas.
Un sobretodo violeta oscuro, al igual que sus pantalones.
Zapatos de vestir viejos, y rotos.
Una camisa celeste grisácea con hexágonos irregulares.
Un chaleco verde, y una corbata del mismo color.


Caminaba hacia delante, mirando a Harleen, su risa se frenó de golpe, y como si le provocara excitación y placer, la miraba, pasándose la lengua por las comisuras de los labios.
Llevaba pintura blanca, muy desprolija en la cara.
Pintura negra muy corrida alrededor de sus ojos marrones oscuros.
Sus labios rojos...y sus cicatrices también.


"Drag Me To Madness" (Joker y Harley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora