Capítulo 22

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Miraba el menú del restaurant donde nos encontrábamos, realmente no sabía que pedir, suspiré y lo deje caer. “Una ensalada y papas fritas” susurré al camarero. 

Las chicas me miraron raro cuando el chico se fue. 

-Vaya, le gustaste – susurró Keyla mientras veía al chico que se acababa de ir – y enserio. 

-Me da igual – dije encogiendo mis hombros, jugaba con el menú hasta que Karla tomo mis manos y las coloco en la mesa.

-Aún no lo olvidas – dijo, las chicas me miraron. Suspiré y giré mi vista a la ventana. Vaya pregunta y mira cuando la venían a hacer… ¿Aún no lo olvidas? Era imposible olvidarme de él, cada vez que tocaba mis labios recordaba su contacto con los míos, cada vez que dormía, soñaba con él y cada vez que me sentía sola, pensaba en él. Negué con la cabeza y una lágrima tomó lugar en mi mejilla, la limpie.

-Es imposible olvidarlo – dije, me abrace a mí misma y Beatrice se acercó más a mí y me tomó entre sus brazos. 

-Un amor verdadero jamás se olvida – dijo Karla – y el suyo era demasiado fuerte. – Keyla le pegó con el codo y Karla encogió sus hombros, sabía lo que decía, sabía que lo que decía era verdad, pero al parecer no era tan fuerte, porque mis labios pudieron romperlo. – Lo siento linda, es la verdad,-coloco su mano en mi mano libre.

-Lo sé, me arrepiento de haber pronunciado aquellas palabras, lo amo demasiado – dije al recordarlo. Las chicas se acercaron a mí, mi rostro se encontraba en el hombro de Beatrice.

Sentía el amor de mis amigas y sobre todo su apoyo – además, el mesero no tiene trasero – dije, las chicas rieron y soltaron el abrazo. 

La comida transcurrió hasta que llegamos a casa, me despedí de las chicas y cerré la puerta, suspiré y me deje caer hasta tocar el piso de la casa. Mis brazos cubrieron mi rostro y las lágrimas aparecieron como una gran cascada. 

-Pensé que tu madre estaría para estos momentos – susurró papá, elevé la vista y lo miré.

-¿No extrañas a mamá? – pregunté, papa rió y se acercó a mí. Tomo de mi mano y me levantó. 

-No hay un día en el que deje de pensar en ella – dijo mientras mantenía un abrazo conmigo. – Acompáñame – dijo papá. Caminamos hasta la sala donde tomó un portaretrato de la chimenea y se sentó en el sillón, seguí su acto y me acurruque en sus brazos. – Ella era lo contrario a mí, tu madre era la chica más perfecta que había, hermosa, divertida, graciosa, popular, mientras que tu padre era el nerd del salón, el chico que solo tenía un amigo. Resulta que este día, mi amigo logró que ella quedara en nuestro equipo de trabajo, se enfocó en juntarnos que tu madre se dio cuenta – rió un poco papá. 

-¿Y qué pasó? – pregunté mirando la vieja foto de dos jóvenes en una mesa. 

-Tu madre no me volvió a hablar, me sentía mal que decidí apartarme de ella, no hablarle. Un día, tu madre se acercó a mí, y me dijo que no había podido dejar de pensar en mí. – Reí y miré a mi padre – decidí que era el momento de robarle su primer beso. Y desde ese entonces, tu madre y yo enfrentamos tantos momentos, algunos lograron separarnos, pero nuestro amor fue más fuerte y siempre volvimos el uno al otro.

-¿Quién fue ese amigo? – pregunté, papá limpió una lágrima que cayó de sus ojos azules. 
-Lo conoces, es Tom – dijo, recordé al padre de Beatrice y reí, claro, por eso se llevan tan bien. 

-Vaya, primera vez que veo que el hermano de la chica ayuda al chico. – dije, Tom era mi tío. 

-Él sabía que yo jamás la lastimaría, en cierta manera le falle en momentos, pero siempre busqué la solución de hacer sonreír a mi preciosa Johanna. – una lágrima cayó de mis ojos al recordar lo feliz que eran mis padres, siempre sonriendo, incluso en el último respiro de mi madre. – Hija, para un padre es difícil aceptar que su hija ha crecido, no queremos ver cómo se van alejando de nosotros. Pero hay algo que jamás te permitiré que me alejes, un corazón roto. 

-Este chico debe ser muy especial para que mi princesa llore. – dijo mientras me abrazaba. Recordé cada uno de los momentos que pasamos juntos. 

-lo es papá, me enamoré profundamente de él – dije

-Entonces ¿por qué no estas con él? – preguntó, mis lágrimas empaparon la playera de mi padre

-Porque lo deje ir – susurré, papá limpió mis mejillas y susurró. “Cuando se ama de verdad, jamás se deja ir” lo miré confusa y besó mi frente. 

-Ve a tu cuarto por una sudadera, saldremos – dijo. Asentí y caminé hasta mi cuarto, tiré de la primera sudadera que vi pero cayó algo, me acerque a ver que era y una sonrisa salió de mis labios. Era la revista, reí al recordar los tontos pasos que tenía, giré la página y ahí estaba nuestra foto, éramos nosotros, juntos. 

-¿Acaso siempre tienes la respuesta? – Pregunté a la revista, reí al pensar lo que acababa de hacer – Te recuperaré Ashton, te lo prometo – susurré antes de salir corriendo del cuarto. 

Diez pasos para enamorar a Ashton Irwin [1era. Temporada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora