II. Confianza

553 40 13
                                    

Una vez que llegó al pueblo, Dennis no dejaba de pensar en la loba.

Winnie.

Un nombre interesante.

Un monstruo interesante.

Una mujer lobo interesante.

Jamás habría pensado que le interesaría una mujer lobo, considerando el odio innato que les tenía a su especie porque ellos mataran a sus padres. Dejando de lado eso, era como si algo en el fondo le hiciera ir contra ellos.

Instinto. Era algo instintivo.

Sacudió la cabeza, alejando esos impulsos de su mente. Aunque tuviera un odio sin explicación a los lobos, con ella era diferente. Era... era como si eso quedara en un segundo plano solo por ella. La curiosidad podía ganarle. Y eso, era algo muy raro.

Antes de darse cuenta ya estaba cerca del comedor grupal de Muspel, ubicado en el centro del pueblo. Dudó un momento, pero decidió pasar por la biblioteca del poblado para investigar algo; quería saber si de verdad no tenían registro alguno sobre monstruos que hablaran, o en su defecto, mujeres lobo.

Sacó de la biblioteca un ejemplar grueso, de cubierta dura y de piel, de páginas de pergamino y amarillentas por el pasar de los años. Se lo colocó bajo el brazo y se encaminó hacia el comedor.

—¿Algo interesante? —preguntó Tiana, cuando Dennis terminó de sentarse.

—Nada —mintió con un suspiro resignado, lo menos que quería era que Pavel o Tiana se enteraran; por más que fueran sus mejores amigos, podrían causar un caos. Y aún tenía muchas cosas interesantes que averiguar—. ¿Y Pavel? —preguntó, dándole un mordisco a un trozo de pan con un poco de queso que le dio ella.

—Por allí —apuntó con el cuchillo a una mesa cercana; Pavel estaba con los pocos Rastreadores de Muspel—. Se ha vuelto algo estirado desde que le dieron su rango, y parece estar enojado por la manera en que te fuiste, ya sabes.

Dennis asintió.

—Sin contar que pareció afectarle que no hayas matado al lobo —agregó ella, clavando su tenedor en un trozo de carne—. Me imagino que se siente herido porque dejaras vivo a un monstruo, cuando fue él quien te entrenó con las armas más a fondo.

—Lo que yo hiciera o dejara de hacer en mi prueba no es asunto de él —soltó Dennis, mordaz.

Tiana se encogió de hombros y reparó en el libro junto a Dennis.

—¿Y eso? —apuntó el texto—. ¿Vas a investigar algo?

—Eh... sí —asintió.

—¿Qué? —quiso saber ella.

Dennis sonrió con intriga.

—Hombres lobo.



Estaba en su cama, cuando ya todos estaban dormidos, debían de ser alrededor de la una o dos de la madrugada, por lo que era una hora segura. Sacó el libro de debajo de la cama y empezó a ojearlo, buscando específicamente la parte donde se hablaba de los licántropos.

Cuando la encontró se enfocó en ella con detenimiento, intentando encontrar algo que siquiera le diera algún indicio de Winnie o de la capacidad de hablar. Sin embargo, fue inútil, lo único que decía era sobre que eran criaturas rápidas, veloces y que no tienen piedad; matarlas al menor avistamiento.

«No tienen piedad», se dijo. Si era de esa manera, ¿por qué ella decidió dejarlo vivo? Peor aún, ¿por qué él no pudo matarla? Ese escenario le rondaba en la mente. Pudo haberla matado, pudo haber traído al pueblo el cadáver de una mujer lobo sobre sus hombros para demostrar su valía en Muspel, pero no lo hizo.

Zing DiscordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora