Epílogo: Talismán

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La inclusión de los monstruos no fue sencilla, pese a que habían pasado un mes desde la Guerra Sangrienta, como algunos de los de Muspel la habían llamado tanto por la luna de sangre, como por la gran cantidad de sangre perdida.

No había comenzado el día posterior a la enorme batalla, cuando las primeras lágrimas de pérdida, los primeros sollozos desgarradores, rompieron el ulular del viento nocturno, elevándose hacia el cielo.

Los llantos de una madre.

Toda la manada de Wanda, ahora también con la parte agregada de los que habían sobrevivido de la de Valken, estaban esperando, en los límites del bosque y la entrada de las cavernas, la llegada de los rezagados; lobos de todas las clases, colores de pelaje y tamaños aparecían por entre la maleza del bosque, y Wanda les daba un asentamiento firme al estos inclinar la cabeza con respeto hacia la nueva alfa. Sin embargo, Wayne, que tenía una herida casi cerrada en el vientre; Wilbur, junto a Tiana, sospechosamente cerca; y Winnie, estaban esperando a que Wally llegara.

Dennis no tenía el valor para decírselos.

No después de recordar cómo había estado Winnie al contarle lo de Nathaniel.

Y entonces Karou se materializó frente a ellos luego de que una niebla azul se ensortijara en el lugar. El hada miró a Wanda con una compasión infinita, que le recordó a Dennis uno de los recuerdos que había visto cuando le extrajeron los dones que los sellaban; era la misma mirada que le había dado a su madre cuando le dijo que no estaría en su futuro.

Los demás lobos parecieron percibir el mensaje silencioso del hada porque bajaron las orejas y miraron al suelo. Wayne se quedó en blanco y Wanda se llevó una pata al rostro, cubriéndose los ojos, como si tratara de evitar que algo escapara de ella. Winnie, en cambio, alternaba la vista de Karou a su madre.

—¿Qué sucede? —había preguntado, sin comprender.

Dennis no pudo contestarle, solo la tomó por la muñeca y con un rápido movimiento la abrazó. Ella se sorprendió cuando él la apretó contra sí. Winnie quiso hablar para preguntar qué pasaba, sin embargo, se detuvo al oír los sollozos ahogados de Wanda. Dennis vio cómo ella giraba un poco la vista para ver cómo Wanda temblaba levemente y gruesas lágrimas le corrían por las mejillas.

Sus sollozos ahogados parecían abrazar a todos los presentes, enrollándose sobre ellos y grabándose en sus oídos. De reojo pudo ver que Wilbur ladeó el rostro y Tiana se mostró dubitativa, para luego colocarle una mano en el brazo. Dennis había comenzado a mirarlos con sospecha, pero los temblores de Winnie lo alertaron. La sintió abrazarlo con fuerza y hundir su cabeza en su hombro. Él le acarició con cuidado el cabello y la apretó aún más.

Inspiró con fuerza, mientras las lágrimas de Winnie le empapaban el hombro y los gemidos de tristeza de madre e hija eran lo único que se oía. El estar en ese momento tan delicado para ella le hizo recordar la escena en la Corte de la Reina.

—Estoy aquí, mi zing —la consoló; lo destruía por completo el oírla llorar sabiendo que no podía hacer nada, solo... consolarla, pero Dennis muy bien sabía que consolar ayudaba, mas no volvía las cosas atrás—. Estoy aquí...

Y mientras los demás estaban en un mutismo fantasmal, la luna pareció brillar con menos fuerza, como sintiendo el dolor de ambas.

Dennis comprendió una de las frases de Diana...

«En las grandes batallas o guerras nadie nunca gana. Solo hay que ver las pérdidas de los que quedaron vivos, y verás el sinsentido de todo eso. Ambos lados sufren. Pero lamentablemente está en nuestra naturaleza luchar, pelear, matar. Somos criaturas hechas para sufrir.»

Zing DiscordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora