X. Dennis Drácula-Loughran

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El llegar a Feera, el bosque oeste, les tomó un poco más de tiempo que para llegar al este, debido a que llegar del sur al este era un trayecto que podían hacer solo caminando entre los bosques, sin embargo, para ir del este al oeste, debían o cruzar en línea recta el pueblo o rodearlo en media circunferencia. Si Dennis no hubiera tenido esa herida en el brazo que, aunque era pequeña y no parecía extendérsele como la última vez, dolía bastante, haciéndolo sudar y mermándole las energías, hubieran llegado más rápido.

No obstante, tenía a la loba consigo y aunque tuvieron que rodear el pueblo, no le importó mucho. Si ella lo acompañaba, la espera lo valía.

Durante el rodeo notó que Winnie se mostro un poco más abierta y cariñosa con él, cuando la herida en el antebrazo le dolía tanto que lo obligaba a detenerse, sentarse y respirar hondo durante varios minutos, ella se sentaba a su lado y le apretaba la mano mientras le acomodaba uno de sus muchos rizos tras la oreja.

—¿Qué es Zing? —le había preguntado en una de sus paradas; habían ya entrado en los lindes del bosque oeste, ahí los árboles parecían brillar, literalmente, eran de un verde casi esmeralda—. Antes me dijiste «mi Zing», ¿qué es?

Winnie había reaccionado de una forma que a Dennis le pareció adorable: se sorprendió con un leve gemido que apenas pudo oír y sus mejillas se sonrojaron tanto que, pese a su pelaje marrón chocolate, se pudo notar.

—Este... —Ella le había explicado que era una palabra creada por los seres mágicos, las hadas, en un intento de tratar de explicar la gama de sentimientos y emociones que embargaban a un monstruo al encontrar a la que sería su alma gemela.

Dennis había comprendido un poco el significado de eso, lo que le causó que sus mejillas ardieran como si tuviera volcanes en erupción en ellas; Winnie estaba reconociendo que él era su alma gemela. Había tragado grueso, sopesándolo. ¿Era Winnie su alma gemela? Vale, pensó, era hermosa, fuerte, ágil, inteligente, tierna y demás adjetivos que se le iría la vida tratando de enumerarlos. Sin embargo, eran distintos, él era un humano y ella una licántropa. ¿Podía ser?

Solo le bastó mirarla para que no le cupieran dudas de ello. Sí, eran distintos, ¿pero quién ponía las reglas de qué se podía y qué no?

—Se que —había dicho ella— tu eres un cazador y yo un monstruo, pero...

Dennis no la había dejado terminar; la atrajo hacia sí y la besó.

—Mi Zing... —Sonrió y volvió a besarla.

Mientras más se adentraban en el bosque más... bonito, por decirlo de alguna forma, se volvía, los árboles se hacían más altos y con colores más llamativos, la hierba que crecía a sus pies parecía ser de dientes de león, era fina, aunque lo suficientemente gruesa como para no sentir la tierra en sus botas; las flores iban cambiando sus tonalidades, de rojo a amarillo, a purpura, a rosa. Cuando cruzaron dos árboles en un entramado que parecía una puerta, vieron el castillo de la Reina.

Dennis se extrañó; es decir, el castillo era grande, sin embargo, no lo vieron antes, y por su tamaño podría haberse notado desde que entraron al bosque; se arriesgaría a decir que desde el pueblo se podría divisar. Fue entonces cuando supuso que los dos árboles entramados debían, de alguna manera mágica, de ser la cobertura. Y lo sencillo era que los árboles podrían pasar desapercibidos para cualquiera.

Caminaron al castillo y todo lo que crecía tenía la tonalidad de las piedras preciosas. La entrada al castillo era extraña, no era una entrada como tal, era... como un portal, el aire se arremolinaba y ondulaba, dentro de este se veía tan nítido como una piedra pulida y enfocaba varios escenarios: la Corte principal, la Corte de las Sílfides, la Corte de las Náyades y la Corte de las Dríades.

Zing DiscordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora