Capítulo 3: El libro del superviviente

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Dormí la primera noche en el baño del avión. Seguía teniendo miedo de lo que me fuera a pasar. ¿Quién diría que ese día no escuche absolutamente nada por la noche? Dormí demasiado bien para estar en el baño de un avión.
Era mi segundo día en el lugar. Me dispuse a seguir revisando las cosas de los demás pasajeros. Claro que los pasajeros siempre llevaban lo mismo: medicina, dinero en monedas, botellas de agua, refrescos y varios dulces. ¿Qué todos eran turistas en Miami?
La supervivencia era mi objetivo principal. Tenía que cuidar el ruido que hacía para no alertar a nada ni a nadie. Me di cuenta que, durante la noche, el cuerpo del hombre que había asesinado ahora tenía marcas de mordidas y varias partes de su carne habían sido arrancadas.

<<Tal vez fue un animal>>— Pensé en un primer momento.

Aun así, me acerque al cuerpo en putrefacción. Para mi sorpresa, aquellas marcas no eran de algún animal, sino, de un hombre. En ese momento gire mi cabeza para ver el cuerpo de la aeromoza. No podía creerlo. La aeromoza ya no estaba en el avión. Su cuerpo había desaparecido.
Regrese al avión con miedo. ¡Era una maldita isla caníbal! Intente calmar a mi mente. Tome el hacha que había dejado en el baño. Decidí seguir buscando cosas útiles, pero esta vez dentro del avión. Dentro del avión solo había algunas revistas y varia comida tirada en el suelo. Debajo de uno de los asientos había un libro con el título de "El libro de todo buen superviviente".
Me dispuse a leer el libro. Pase las primeras páginas y me encontré con lo que interesaba:

"1er paso:
El superviviente tiene que buscar alimento y bebida al igual que organizarla para no pasar hambre ni sed.
Busca un lago o un pequeño rio para poder abastecerte de agua. Captura algunos animales para comerlos una vez estén cocinados."

El primer paso fue algo que tenía en mente desde un principio, así que seguí hojeando. Había dentro del libro algunos dibujos que explicaban como hacer ciertas cosas como una hoguera para quemar los cuerpos de animales y poder hacer armas con sus huesos.

Entonces a buscar comida— Me dije intentando no parecer solo y tirando el libro en un asiento.

Camine durante unos veinte minutos hacia el oeste. Comenzaba a escuchar las olas del mar cerca de mi posición. Me dirigí hacia allí. Como había pensado era una bahía con algunas piedras que cubrían la vista.
Baje hasta la playa para poder observar que había más allá de lo que mis ojos podían ver. Para mi buena suerte vi a lo lejos un bote, aunque estaba a medio hundir.

Alguien más a llegado aquí— Me dije— Si pudiera encontrar a alguno de ellos...

No pude ni siquiera terminar mi frase cuando escuche un grito en la lejanía. Se estaban acercando. ¿Qué debía hacer? Vi como del bosque salía un hombre tras otro. Eran alrededor de treinta que corrían a toda velocidad hacia mi posición.
No me lo pensé dos veces para meterme en el agua salada. Me sumergí para que no me vieran. Comencé a nadar como pude, aguantando la respiración. Sentía que me ahogaba, así que salí a tomar aire esperando que alguien me siguiera. Sin embargo, ellos no se alejaron de la orilla. ¿No sabían nadar?
No me importo en ese momento, solo seguí nadando. No tarde mucho en llegar al barco, mi habilidad de nado no era tan mala. Subí poco a poco al barco y me tire en el piso del mismo.
Mi cuerpo estaba totalmente agitado y mi ropa mojada. Escuchaba aun sus gritos por encima de las olas. ¿Pasaría la noche en el barco? Si fuera necesario por supuesto que lo haría.

Solo tengo que descansar— Me dije intentando calmar mi agitada respiración.

Mi respiración se volvió lenta y mi corazón dejo de latir velozmente. Me levante y me dispuse a investigar el barco... Desde ese momento me arrepentí de haberlo hecho.

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