The Forest

Capítulo 21: Un Final

Abrí los ojos nuevamente. Mi cabeza me dolía cruelmente. Un cuarto blanco me recibía de mi largo o corto sueño. ¿Qué me había pasado? Yo tenía a mi hijo entre mis manos y... Mis recuerdos están borrosos. Me levanté de la cama, viendo que la única ventana estaba cubierta por barrotes.
Había edificios fuera. Una ciudad. Veía los autos y personas de fuera. Alivió fue lo único que sentí. Parecía que toda la pesadilla. Escuché como la puerta de aquel cuarto se abrió. Me giré viendo a aquel hombre de unos veinte y ocho años vistiendo una bata de doctor.

—Me alegra verlo despierto, William— dijo el hombre.
— ¿Quién es usted? — pregunté sin siquiera acercarme.
— ¿Se ha olvidado de mí? — rio un poco— Mi nombre es Luar. Soy el psiquiatra encargado de usted.
— ¿Psiquiatra? ¿Dónde demonios estoy?
—Está en un hospital psiquiátrico.

No entendía nada. Hasta hace un momento estaba en aquella isla. Otro hombre entró al cuarto. Aquel doctor que ya pasaba los cincuenta años tenía una mirada muy fría. Con un gesto de su mano derecha hizo que el doctor Luar saliera del cuarto, dejándonos a solas.

—Señor William Ulrich. Mi nombre es Mathew Cross— dijo el hombre— Me alegra ver que este bien.
—Mathew Cross...— murmuré.
—Así es. Estoy informado de que experimenta alucinaciones sobre una isla perdida y humanos que intentan matarles.
— ¡Yo no sufro alucinaciones!
—Si las sufre, William Ulrich. Usted es una persona con problemas mentales, la cual asesino a su esposa e hijo.
—Yo nunca haría algo así. Estaba en un vuelo con mi hijo cuando algo hizo que nuestro avión se estrellase.
—No. Usted es un asesino y nada cambiará eso— dijo el hombre mientras caminaba a la puerta.
—Ahora lo recuerdo— murmuré— Megan Cross... Usted es ese doctor de Sahara Corporation.

El doctor se detuvo. Me volteó a ver con aquella fría mirada mientras decía:

—Usted, señor William, ha visto algo que no existe. Un lugar que nadie conoce. Y quien lo conoce, no existe. No ha sido asesinado por la simple razón de que ha logrado llegar hasta los laboratorios de Sahara y no morir en el camino. Manténgase loco, o alguien más vendrá por usted.

[...]

—Así es como he acabado aquí, doctor Luar— dije acabando de contar mi historia a aquel psiquiatra.
—Ya veo... Sin embargo, debería cuidar a quien contarle las cosas, William— respondió el doctor.

De su bata, sacó una pequeña arma con la cuál apunto a mi cabeza.

—Hay cosas que una gran compañía no debe dejar salir... Por cierto, siento decirle que su hijo estaba muerto desde antes de que le sacará de aquella máquina— dijo quitando el seguro al arma— Hace poco, otro hombre logró su misma hazaña. Un tal Eric Leblanc, aunque a él no le han capturado.

Alguien más ha sufrido lo mismo que yo... Que suerte, ¿no? A pesar de haberme salvado, aun siento que debería seguir en esa isla buscando a mi hijo. Sólo puedo sonreír. El final de mi vida está a la vuelta de la esquina. Ahora me arrepiento de tomar ese estúpido avión.

El sonido del arma disparando fue lo siguiente que escuché...