Poco más me podía dar aquel libro. Solo palabras de un viejo marino que deseaba salir de aquel lugar. Sin embargo, parece que entre toda su locura algunas cosas podrían funcionar. Un lugar en la cima de la montaña y un equipo de escalada para adentrarse mejor en las cuevas.
Estaba decidido. A pesar de que Azuck ahora parecía ser una carga para mí, opte por llevarlo conmigo. Ya era tarde. La oscuridad estaba invadiendo cada espacio blanco en la nieve. Necesitábamos descansar, aunque tengo miedo de morir congelado...[...]
La tierra causa sonidos perturbadores a mí alrededor. El frío sudor de mi cuerpo me mantiene a la expectativa de todo lo que pasa a mí alrededor. Son sólo simples humanos. No debería ser difícil pasar sobre ellos, ¿verdad?
Oh... Tal vez debí traer a alguien conmigo. Pero no podía arriesgar a nadie en mi "egoísta objetivo". Ellos no comprenden mi desesperación por ver sano y salvo a mi hijo. Sólo debo esperar mi oportunidad. Ellos deben irse en algún momento, ¿verdad?—Necesito un maldito descanso ya— murmuré lo más bajo posible.
Tengo un gran pico, un pequeño cuchillo y la respiración tan agitada que podría reventar uno de mis pulmones. Busco un poco de tranquilidad en lo más recóndito de mi mente pero me es casi imposible. Aun así, debo de salir de aquí. Nada me detendrá de conseguir mi objetivo...
[...]
La mañana había llegado. El frío seguía congelando cada uno de mis huesos, pero agradecía que sobreviviera a la helada noche. Aun así, los sonidos de pasos seguían carcomiendo mi cabeza. Al abrir los ojos note a Azuck, quien parecía estar muerto por el frio. Sin embargo, aquella pequeña neblina que salía cada cierto tiempo de su boca me confirmaba que seguía con vida.
Me levanté como pude. Poco a poco camine hasta Azuck, mientras mi calor corporal regresaba poco a poco. Comencé a arrastrar a mi joven compañero, quien parecía que no despertaría en un buen rato. Salí de aquella cabaña junto con mi compañero.Camine durante algunos cuantos minutos, subiendo la montaña lo más rápido posible y sin intentar desviarme. Sin mapa, sin brújula, sin nada que me localizara... Sólo el sol y aquella línea que dejaba en la nieve gracias al peso de Azuck.
Buscar una cueva en la nieve era como buscar un alfil en un pajar. Casi imposible por lo blanco del ambiente. ¿Quién me podría decir que una gran nube de vapor saldría de una cueva a unos largos metros de mí? Sí, aquello paso. Comencé a notar como el suelo se calentaba, como si de un gran horno se tratase.—Tranquilo Azuck, pronto terminare de arrastrarte— dije por debajo de aquella gruesa bufanda que portaba.
Logre notar las rocas que ahora apoyaban a mis piernas en su camino. Camine durante algunos minutos más. Parecía que nunca llegaría. Mi estómago comenzó a gruñir. El hambre comenzaba a consumirme poco a poco. ¿Quién diría que esto me pasaría a mí?
Aun sentía la necesidad de abandonar todo aquello que me ataba a esa isla. Mi respiración se encontraba agitada. Necesitaba algo que calmara mi cuerpo, demasiadas cosas me han pasado. Podría morir de la pura tensión que aun cargo.Logré entrar a la cueva. La gran entrada expulsaba un enorme calor, mejor dicho, un gran vapor que podía quemar la piel. Detrás de mí un frio infernal y delante un vapor que me rostizaría vivo. ¡Qué gran escenario! Decidí avanzar. No llegue muy lejos cuando comencé a quitarme toda aquella ropa de invierno.
Azuck estaba sudando cada vez más, decidí entonces dejarlo atrás. No podía llevarlo. Retrasaría todo lo que tenía pensado hacer. Lo siento Azuck, pero ahora eres un peso muerto para mí. Seguí mi camino, nada me detendría.La cueva comenzaba a tener la oscuridad infernal que la última en la que había estado. Sin embargo, este lugar era iluminado por unas pequeñas luces que eran alimentadas por la luz del sol de fuera. Si, ante mi sospecha, aquí se había creado una civilización hace bastante tiempo, una bastante avanzada.
Seguí avanzando, tocando poco a poco las paredes para guiarme adecuadamente. La entrada a la cueva hace mucho la había dejado atrás. Un silencio incomodo me arrinconaba poco a poco. Si, tenía miedo. Pero no un miedo que te daría una película de terror, uno que te come la cabeza y te alerta de que estas a punto de morir.Esto parecía un laberinto. No encontraba realmente una salida. Ni una manera de ubicarme. Simplemente viendo aquel color grisáceo de las rocas. Con el único objetivo de encontrar aquel equipo de escalada. Algo simple, ¿no? Ojala nunca hubiera pensado eso en primera instancia.
Algo hizo que los pelos se me pusieran de punta. Paso tras paso escuchaba sollozos de una persona. Camine más hacia aquella oscuridad que era disipada por las pequeñas luces. Llegue al poco tiempo a lo que parecía el final de aquella cueva. No había nada. Sólo una pared rocosa, la cual no conducía a ningún lugar.La rabia me inundaba. ¿Qué esperaba de escritos que aún no sabía de cuando eran? Agache la cabeza, resignada, con la idea de volver por donde vine. Sin embargo, algo atrajo mi atención. Era una hoja de papel. La tome, dando la vuelta a la hoja y notando lo que contenía.
El dibujo de un hombre de palo acaparaba el plano. Sin embargo, la mano de aquel hombre tomaba la cabeza de otro, mientras el cuerpo de este se desangraba en el suelo. Algo raro sin duda. ¿Un dibujo de mi hijo? Lo dudo mucho. Él nunca dibujaría algo así.Me gire lentamente, mientras mi mirada no se desviaba del dibujo. Una respiración captó mi atención e hizo que levantará la mirada lentamente.
— ¿Qué haces aquí, Azuck? —dije al ver al chico parado frente a mí.
—Tú... Tú...— dijo el chico con enojo en sus palabras— Si nunca hubieras aparecido... Ella seguiría aquí...
—Tranquilízate, Azuck, hay que hablarlo— intenté tranquilizar al peli-negro, quien cargaba en su mano izquierda una navaja—Baja eso y podremos discutir esto.
— ¡No hay nada que discutir! — gritó Azuck lanzándose hacia mí.Un pequeño destello llegó hasta mi ojo. Fue un segundo de adrenalina. Y sin pensarlo, me lance a derribar a Azuck. El joven peli-negro recibió mi tacleada. Caímos al suelo. Y entre la conmoción del momento, algo chocó contra la pared que se encontraba detrás de mí.
Levanté la mirada para encontrarme con el dueño de aquello que fue lanzado contra nosotros. Sólo identifique el sonido de una persona corriendo en dirección a la salida. ¿Un caníbal? No. Esta persona o cosa era más inteligente que ese puñado de salvajes.— ¿Estas bien, Azuck? — pregunté preocupado por el chico.
— ¿Qué demonios fue eso? — murmuró él— Algo pasó cerca de mi cara.Él también lo había sentido. E so confirmaba que no me estaba volviendo loco. Me levanté sin decir nada y comencé a correr hacia la salida. No creía que fuera a salir de la cueva. Y menos con la tormenta que seguramente se estaba dando fuera.
Llegué allí. No había nadie. Sólo los abrigos que habíamos dejado. Me acerque a la salida, notando las pisadas que se alejaban entre la nieve. Eran marcas de botas. Alguien que usaba calzado se había alejado de este lugar.Escuche como Azuck había llegado hasta donde yo. Se acercó de igual manera a ver que estaba inspeccionando.
—Esas pisadas no son nuestras, ¿verdad? — preguntó remarcando lo que para mí era obvio.
—Por supuesto que no. Hay tres pares de pisadas que entran a la cueva y un par que salen— respondí de manera en que quedara claro— Alguien ha estado siguiéndonos... Es hora de irnos.Comencé a tomar mis abrigos. Colocando cada prenda de vestir en su respectivo lugar. Al levantar una de las bufandas cayó un trozo de papel al suelo. Lo levanté. Estaba aquella hoja doblada en varias partes hasta que le dieron aspecto de un cuadrado.
— ¿Esto es tuyo, Azuck? — pregunté para evitar ver algo privado del peli-negro.
—No. Nunca he llevado conmigo algo así— respondió él, dejando de lado todo tema y siguiendo con lo suyo.Desdoble la hoja, notando así que había algo impreso en ella. Comencé a leer sin esperar mucho. No había gran cosa. Era una orden de restricción. "Jessica Cross vs. Mathew Cross. Al padre se le prohíbe cualquier tipo de contacto con su hija, Megan Cross, y Jessica Cross, madre de la niña."
Era lo más que podía rescatar de aquella hoja. Mi conocimiento sobre leyes era casi nulo, así que poco podía entender de aquella orden de restricción llena de cláusulas y numero de artículos.—Oye. Creo que he encontrado algo— dijo Azuck captando totalmente mi atención— ¿Era esto lo que buscabas?
Sentí como mis ojos se iluminaban cuando logré ver lo que Azuck cargaba en sus manos. Era aquello que yo buscaba. Azuck tenía consigo el equipo de escalada que se mencionaba en aquel viejo libro. La esperanza volvía poco a poco...
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The Forest
Mystery / ThrillerMi nombre es William Ulrich... ¿Por dónde empezaré? Bueno, he tenido una vida algo normal. Mi trabajo era el mejor. Poder viajar a donde quisiera, cuando quisiera, me hacia muy feliz. Mi principal compañero era mi hijo. Sin embargo, algo ocasionó qu...