Capítulo 18: El Fondo Del Agujero.

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La luz del sol me deslumbró al salir de la cueva. No recuerdo cuanto tiempo estuve allí dentro. Ni siquiera puedo contar las horas. Mis oídos comenzaban a captar los gritos de aquellos bichos raros. Sin embargo, el mayor de mis problemas no era ese.
Levanté la cabeza, logrando ver el sol en su punto más alto y, al mismo tiempo, como enormes paredes de roca se alzaban a mis lados. Me sentía como en la película de "La Niña Del Aro", siendo yo la niña viendo la cima del pozo. Aunque, este pozo media muchos metros más que el de la película.

Continué caminando. Intentaba mantenerme siempre oculto detrás de alguna roca. Asome un poco la cabeza, intentando ver a donde se habían ido aquellos humanoides. Sin embargo, delante de mí se alzaba un monstruo de lo más horripilante. Era más grande que yo, de alrededor de dos metros, sin cabeza visible, gordo y con brazos pequeños. Además, en su gran estomagó se podían ver brazos de niños moviéndose. Era algo raro sin duda.
Ahogue el grito que quiso salir de mi boca con mi propia fuerza de voluntad. Al fondo veía a aquellos enormes monstruos que alguna vez me persiguieron. Era increíble. Un festival de adefesios estaba enfrente de mí. Intente pasar desapercibido, caminando entre las enormes rocas.

Parecía que los dos monstruos que me preocupaban hacían guardia de un lado a otro, protegiendo lo que parecía otra entrada a la cueva. Ese seguramente era mi objetivo. Intente moverme sigilosamente de nuevo. Siempre sigiloso. Mi preocupación se volvía cada vez mayor tras escuchar un chirrido que me lastimo los oídos. Algo pasaba, ya que todos los que se encontraban en el fondo del agujero comenzaron a caminar hacía la entrada de la cueva.
Comencé a seguirle, notando que había caníbales entre ellos. Era raro. Ellos caminaban en fila, como si de soldados se tratasen. Sentía miedo claramente, pero aquellos papeles que me dio ese hombre de rojo decían que lo podría encontrar aquí.

Aún recuerdo lo que decían esos papeles, o mejor dicho, carta:

"Sahara Corporation... Una compañía que buscaba mantener la juventud de las personas, bastante prospera a decir verdad. Sin embargo, una compañía de cosméticos no tiene laboratorios gigantes en una isla desierta en medio de la nada.
La humanidad es idiota. No han podido descubrir que todo esto es sólo una tapadera para nuestro verdadero propósito. Investigamos como evitar el envejecimiento. Buscar la juventud eterna. Le hemos llamado a este proyecto: Proyecto Jarius. Este proyecto traería la medicina para la longevidad.

Sin embargo, los procedimientos no son muy legales. La humanidad no entiende que los niños son la clave de todo. Experimentar genéticamente con ellos atraves de prácticas pediátricas es la única manera de llegar a nuestro objetivo.
Si tan sólo nos hubieran dejado seguir con nuestros experimentos, todo habría salido bien. Pero nunca han aceptado mis procedimientos en este maldito bunker subterráneo. No quieren arriesgarse. Aun después de haber invertido tanto dinero y tiempo..."

Las demás cartas eran palabras inútiles para mí. Ninguno decía nada útil. Sabía que debajo de la isla había un bunker, el cual experimentaba con niños. Y, entre esos niños, debía estar mi hijo.

Los cientos de caníbales y mutantes se habían reunido en el centro de una enorme caverna. Yo miraba desde el pasillo que conducía al fondo del enorme agujero. Veía al fondo un pasillo que llevaría a otra sala de la cueva. Caminé cuidadosamente, rodeando a la multitud de caníbales y adefesios.
Logré llegar al pasillo. Recargué mi mano izquierda en la pared de la cueva, mirando a la multitud. Mi mano resbaló, dejando caer una roca de la pared. Después del "crack" hecho por la roca, puede ver como todas aquellas cosas se giraban a verme.

No lo pensé dos veces, creo que ni siquiera pude ponerme a pensarlo, comencé a correr sin parar hacía el pasillo de la cueva. Escuchaba los pasos y gritos de todos los caníbales y monstruos que me perseguían en ese momento. Chocaba contra las paredes entre más me adentraba por aquel pasillo.
No podía preocuparme por el camino, sólo debía correr. Logré ver al fondo una puerta metálica iluminada por una luz que apenas funcionaba. No lo pensé dos veces. Envestí la puerta con fuerza, obteniendo como resultado romperme casi el brazo. Los gritos se escuchaban cada vez más cerca. Mire un pequeño panel con números. Necesitaba una contraseña.

La desesperación empezó a invadirme. Moriría aquí...

The ForestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora