Capítulo 15: Las Profundidades De Una Cueva

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Estamos cansados. Tanto Azuck como yo, ya no podemos más con esto. Han pasado cuatro días desde que encontramos el equipo de escalada. Han pasado cinco días desde que murió Akki. Parece que todo se va cada vez más a la ruina. Volvimos al avión, o mejor dicho, la parte trasera del avión.
Azuck se ha mantenido alejado de mí durante todo este tiempo. Me ha evadido. Se mantiene encerrado en aquel baño. Sólo sale para comer. Todo es un desastre. Bueno. No todo está perdido. Tenemos algo de comida. Un poco de agua extra no nos haría daño, pero no ha llovido en días.

Aun así, he decidido que no puedo quedarme aquí más tiempo. He leído nuevamente todo lo que he recolectado a lo largo de estos días que he pasado aquí. Notas, listas de pasajeros, documentos y aquel mapa. Nada de ello me ayudaba a saber dónde estaba mi hijo...
Pero... Algo no me cuadra desde que vi el mapa... La mancha en el centro del papel... ¿Realmente es una mancha? Lo note hasta ahora. Era raro que aquello fuera una mancha. No había marcas de tinta en ningún lugar de donde saque el mapa. Lo ignore por completo en ese entonces. No lo tome en cuenta. Todas las cuevas eran marcadas con una X y una mancha de tinta negra.

Con eso... Esta mancha negra en medio del mapa es... ¡¿Una cueva?!

[...]

Deje el avión hace algunas horas. Dejé a Azuck en el avión, con la advertencia de que no saliera pasase lo que pasase. El día avanzaba como comúnmente lo hacía, aunque yo sentía que era eterno. Sólo quería confirmar mi teoría. Quería confirmar que tenía razón. Los sonidos del bosque me dejaban los pelos de punta. Me sentía cada vez más vigilado.
Un malestar se generaba en mi estómago con cada paso que daba, al igual que una mala "vibra". Era como si ese lugar te rechazará. Ese lugar que se encontraba en el enorme claro que ya alcanzaba a ver con mis ojos... Y allí estaba. La enorme cueva que llegaba al fondo de mi búsqueda. Era tan... Tan imponente. Una gran mina a cielo abierto. Tan grande que no lograba ver el otro extremo.

Me acerque poco a poco, saliendo de aquel bosque. La orilla de aquel lugar era atrayente. Logré estar en el borde. La profundidad era increíble. No podía ver el fondo. Una caída mortal. Ni con el equipo de escalada podría llegar hasta el fondo. Sin embargo, algo brillaba en el fondo, una pequeña luz titilante. Había algo allí abajo.
¿Cómo bajaré hasta allí? Debe haber algo oculto. Algo que aún no he podido encontrar en este cortó tiempo que llevo aquí. Debo seguir investigando. Sobre todo para saber que mierda está pasando aquí. Con esa idea en mente me retiré de aquel lugar. Corrí de regreso al avión, esquivando árboles y arbustos.

[...]

El día estaba por acabar. El sol se posaba en el ocaso. Me sentía cansado. Me faltaba poco para llegar al avión. Deseaba llegar antes del anochecer. Los ruidos a mi alrededor eran perturbadores para mí. Las ideas de que algo intentara atacarme me mantenían atento en todo momento.
Era como si estuviera escuchando pisada constantes a mí alrededor. Esto se está convirtiendo en una paranoilla. Alguien que me viera desde afuera diría que estoy realmente loco. Ahora que lo pienso, ¿me habré vuelto loco? Paso los días contando en mi cabeza las cosas que hago en el día. Como ahora. Cada vez lo hago más seguido.

Una rama se quebró detrás de mío. El pequeño ruido llego hasta mis oídos. Miedo fue la primera emoción que abordo mi cuerpo. Gire la mirada. Allí estaba él. Aquel hombre que llevó a mi hijo al interior de esta isla. Parte de su cuerpo era iluminada por una antorcha hecha a mano. No podía observar bien su rostro. La poca luz de la antorcha y el sol a ocultado por las ramas de los arboles me hacían esa tarea imposible.
Su cuerpo estaba cubierto por algo rojo. Vestía un tapa-rabos hecho con algún tipo de piel y en su mano derecha sostenía hojas de papel. No dijo nada. Simplemente me miraba. Lanzó los papeles sin decir nada y se dispuso a irse.

Recogí aquellos papeles, sin despegar la vista de la oscuridad por donde desapareció de mi vista aquel sujeto. Uno de los papeles tenía escrito en una esquina: "Las profundidades de una cueva"...

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