Capítulo 20: Encontrar Lo Perdido

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Seguí caminando hasta la puerta roja que daba a la siguiente sala. Pase a un gran pasillo que parecía ser un lugar de observamiento. Sin embargo, los cristales estaban destruidos y parecía estar todo abandonado. Escuche un pequeño sonido venir de una de las habitaciones. Por nada del mundo me acercaría. Mantenía el hacha fuertemente sostenida.
Fue entonces cuando apareció. Un pequeño monstruo, similar a un bebé, pero con la piel totalmente negra, se dejó ver. Se acercaba lentamente hacía mí. Antes de poder darme cuenta, aquel bicho se había lanzado hacía mí. Aquel bebé mutante se aferró a mi brazo izquierdo. Sentí como sus dientes se encajaban fuertemente en mi piel. El dolor se disparó al instante y con mi mano derecha clavé fuertemente el hacha en la espalda de aquel engendro. Cayó esa cosa al suelo, sin mostrar signos de vida. Sin pensarlo, le plaste la cabeza.

Retiré mi hacha y me dispuse a seguir. Seguí caminando. Había cuerpos de mutantes por todos lados. Sin embargo, ninguno tenía vida. Seguí caminando hasta la siguiente puerta roja. Un pasillo igual que el anterior a excepción de la última sala. Había una masa negra que abarcaba todo el cuarto. Lo único reconocible era un pie y una mano, cada una saliendo de aquella masa. Como aquella cosa de un videojuego que probé con mi hijo llamado "Inside".
Pase por la siguiente puerta. El techo de esa estancia estaba destruido y dejaba camino hacia aquel pasillo que parecía tienda de acampar. Camine por aquel lugar con mi hacha en mano. Todo era tan raro. Unos dibujos hechos en papel y pegados a la tela llamaron mi atención. Eran flores de colores con letras que decían: "Hecho por Megan Cross".

Continué caminando, hasta llegar a otra trampilla retirada. Baje nuevamente, logrando llegar a lo que parecía una sala de reuniones. Un proyector encendido me recibió. Miré a la pared contraria, hacia donde proyectaba. Era algo increíble.
Mostraba las fotos de cada mutante y el respectivo nombre que les daban:

"Sujeto 37B5: Edad 12
Nombre: Virginia

Sujeto 82C6: Edad 6
Nombre: Armsy

Sujeto 45D7: Edad 9
Nombre: Smircle"

Lo demás eran ecuaciones químicas que no comprendía. Sin embargo, algo era obvio. Virginia eran aquellos mutantes que parecían arboles hechos de cuerpos humanos. Armsy eran aquellos mutantes gordos y sin cabeza visible. Y, Smircle, eran aquellos mutantes escuálidos y pálidos. Era horrible. Todos eran niños.
Salí de aquella sala, viendo un mapa de los laboratorios. Parecía que aquel lugar seguía bajando. Pero, algo llamado "observatorio" se localizaba en una enorme montaña.

La montaña nevada...— murmuré.

Seguí caminando. Había varias salas con artefactos científicos. Algo malo había pasado y aquellas cosas con las que investigaban habían escapado. Intentaron jugar a ser dioses y les salió el tiro por la culata.
Seguí caminando hacía la siguiente puerta roja. Parecía que hubo una rebelión. Al fondo miré otra puerta con cristal. Me acerque y la puerta se abrió automáticamente.

Delante de mí había una especie de maquina enorme. Parecida a una pequeña pirámide con un romboide en la punta. La luz de una habitación llamo mi atención. Me acerque lentamente. Allí estaba él, aquel hombre de rojo, recargado en una pizarra blanca con pantallas encendidas y dibujos de flores alrededor de él. Su cara era atravesada por colores de cera. Como si hubiera sido asesinado por alguien que le tenía mucho odio.
Me recargue en lo primero que tuve a la mano. Aquella fotocopiadora tenía un papel que decidí leer, el cual me hizo sentir la piel de gallina:

"Creemos que el Dispositivo podría hacer caer un avión".

¿Qué dispositivo? — Giré mi mirada viendo aquella máquina— ¿Hablan de ese artefacto?

Tomé con fuerza mi hacha y camine furiosamente hasta aquella máquina. Miré con furia aquello que podría haber hecho caer mi avión y lo golpeé con mi hacha. El crujido de metales moviéndose dentro de la maquina me hizo retroceder. Aquella maquina se estaba abriendo.
Las lágrimas salieron de mis ojos al ver aquello que guardaba la máquina. Allí estaba... Allí estaba mi hijo. Me acerque velozmente. La sangre escurría por su rostro. Lo había encontrado. Le tomé con cuidado. Sacándolo de aquella máquina. Lo había logrado.

¡Al fin pude encontrarlo! — Grite con felicidad— ¡Sam! ¡Nos podemos ir juntos de aquí!

Llevaba a mi hijo entre mis manos mientras caminaba débilmente. Nadie podría quitarme esta felicidad. ¡Nadie! ¡Viviré con él! ¡Nosotros podremos salir de este lugar! ¡A la mierda los caníbales y monstruos! ¡Seremos libres! ¡Libres!

¡Alégrate Sam! ¡Tu padre te ha salvado! — le dije con entusiasmo a mi hijo.

Miré la cara de Sam. Mi felicidad desbordará en cualquier momento mientras salgo de este lugar. Reí frenéticamente. Yo... era muy feliz...

Lo siento señor Ulrich. El juego se acabo

Aquellas palabras fueron lo último que escuché antes de caer al suelo y quedar inconsciente.

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