The Forest

Capítulo 17: Los Pasajes Subterráneos

Mi caminar no cesaba. No me detendría. Continuaría caminando día a día. El camino de velas había quedado atrás hace tiempo. Aunque, ahora que lo pienso, no sé cuánto tiempo llevo aquí. Ni siquiera sé cómo volver. He bajado constantemente por esta cueva. En la mano derecha llevo mi arma. Aquella hacha tan confiable. Creo que he empezado a enloquecer. Cada vez me cuesta más distinguir la realidad.
A veces escucho voces dentro de este lugar. A pesar de estar solo. Un solo encendedor, o mejor dicho, mechero ilumina mi visión. Las sombras me causan miedo. Ahora que lo pienso... ¿Qué es el miedo? Tal vez... Lo he perdido hace tiempo.

Las gotas de sudor recorren mi cara. Hacía tiempo que no me sienta tan cansado. Tal vez sea por lo profundo que es este lugar. Seguía bajando usando el equipo de escalada. Escuchaba ruidos y pasos alrededor mío. Comencé a caminar más sigilosamente. Algo me decía que pasaría una cosa que no me gustaría. Si, tal vez era una paranoilla.
Escuchaba mis pasos y tal vez los confundía con alguien más. Era raro. Un "crac" me tomó por sorpresa. Giré la cabeza velozmente, notando por el rabillo del ojo la sombra humana que me seguía. Eso no lo había producido mi imaginación.

Mi respiración comenzó a agitarse. Era imposible que algún caníbal estuviera en esta cueva. No había entrada fácil, ni siquiera había camino a seguir. Seguí caminando, apretando el hacha con más fuerza. Cuidaba constantemente los laterales. La cueva era bastante ancha, podían estar fácilmente cinco personas caminando por aquí.
Sentí la presencia de algo detrás de mí. Noté una figura cubierta por la oscuridad, la cual me observaba. Era alto y escuálido. No como un caníbal. El mechero terminó apagándose, dejándome en plena oscuridad. Parecía que no me veía, ya que no mostraba señales de vida, pero de su boca salían respiraciones que parecían sacadas de series para zombis.

Logre tomar la linterna que llevaba en la mochila, la cual tomé tiempo atrás de una maleta del avión. Las baterías aun funcionaban. Prendí la linterna con un "clic" en el interruptor. La luz enfocó a aquella cosa que giró su cabeza al escuchar el sonido. Aquello era alto, escuálido y pálido. De manos largas y costillas visibles, piel tan blanca que parecía estar muerto. Sus ojos me hicieron temblar, eran blancos, sin iris, ni ningún tipo de otro color visible.
No se movió. Simplemente esperaba. Algo no andaba bien con él. No veía nada, o al menos eso aparentaba. No me moví por el shock. Sin embargo, el miedo hizo retroceder un poco mi pie izquierdo. Un pequeño ruido de mi pie fue suficiente para que esa cosa fijara su mirada sobre mí.

Lo siguiente que escuche fue un grito por parte de él y ver como se acercaba eufóricamente hacía mí. Sin pensarlo dos veces, lancé un golpe con el hacha, impactando directo en el cuello de esa cosa. Su sangre negra comenzaba a escurrir. Sin embargo, eso no le detuvo. Se volvió a lanzar contra mí. Dejé caer la linterna sólo para asestar un golpe con el hacha a aquella cosa en la cabeza.
Cayó al suelo. Desenterré el hacha de su cabeza. Tomé nuevamente la linterna para alumbrar mi camino. Sin embargo, delante de mí, ahora, estaban más de esas cosas humanoides. Todas y cada una viéndome. Sin pensarlo dos veces, salí corriendo a toda velocidad, hasta ocultarme detrás de una roca que cubría mi cuerpo. Podía ver una pequeña luz a lo lejos. Era la salida...

[...]

Aún sigo aquí. Mi respiración está muy agitada y mi corazón podría estallar en cualquier momento... Aún están cerca, ¿me estarán buscando? Mi cuerpo empieza a sudar frio por el miedo que recorre cada parte de mi ser. ¿Qué podría ser peor que el simple hecho de encontrarme en este lugar? No puedo ni imaginármelo con el ruido de sus pisadas. Quiero morir en este instante. La muerte me está llamando desde que llegue a este lugar, pero no pienso arriesgarme. Si logro salvarlo podre irme de aquí con él...
Están cerca de aquí, acaban de comenzar a golpear todo. Dios mío, ¿qué hago si se acercan más? Quiero llorar del miedo, pero debo contenerme, de lo contrario nada de esto valdrá la pena. La roca que esconde mi presencia es muy fría.

—Nada malo va a pasar— Murmuré para darme ánimos.

Escucho otro ruido casi inmediatamente en esta oscura cueva. Creía que se habían ido, ¿se habrá quedado alguno? Aprieto aquella hacha que llevo en mis manos. Es hora de hacerle frente al miedo que tengo. Corro hacia la salida entre las grandes rocas que cubren la cueva. Noto la silueta en la salida de la cueva, es uno de ellos. Me dispongo a acabar con él de una forma rápida.
Se percató de mi presencia. Sin embargo, es demasiado tarde para él. Me impulso en el aire con un salto para después enterrar mi hacha en su cabeza. La sangre negra sale a chorros de la herida que ocasiona mi hacha mientras él grita de agonía hasta caer al suelo.

Su grito ha alertado a los otros humanoides. Retiro mi hacha de la cabeza del muerto para volver a adentrarme a la cueva antes de que lleguen sus compañeros. Me acuesto en el suelo de la cueva, detrás de la misma roca donde antes me encontraba. La adrenalina de matar recorre todo mi cuerpo y comienzo a impacientarme.
Ahora lo recuerdo. Recuerdo cómo fue que termine aquí. Fue aquella mañana de Septiembre, en la que decidí tomar aquel vuelo. Fue entonces que mi infierno empezó. Sin embargo, no es tiempo para recordar cosas innecesarias. Escucho las pisadas de los otros seres.

Comencé a seguirles. Caminaba sigilosamente, intentando ocultar mi presencia detrás de todas las rocas que pudiera. Vi como salían de la cueva y, sin esperar nada, salí detrás de ellos. Lo que pude ver fuera de ese lugar me dejó paralizado...