Un Día normal después de Aquello

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Los días pasaban con una normalidad, o eso a aparentaban ser, los chicos se dieron cuentan de que la relación de Sanji y Zoro no estaba mal del todo, ahora peleaban menos, pero sabían que había algo que los alejaba porque incluso durante sus enfrentamientos mantenían cierta distancias como si fuera peligroso.

Nami había tratada de hablar con Sanji pero este siempre ignoraba preguntas relacionadas con el tema, por otra parte tanto el rubio como el peliverde no habían entablado ninguna conversación con respecto a aquella noche.

Emi había ido un par de veces a ver a Zoro tratando de igual manera saber lo que les paso pero este simplemente se negaba a contestar, fue como un acuerdo entre ellos sin necesidad de hablar "ninguno diría nada y ambos tratarían de olvidarlo" pero claro la primera era mucho más fácil que la segunda, esa les estaba costando.

Lo tenía que ver todos los días y admitámoslo olvidar a ese cabeza de musgo era simplemente difícil porque a cualquier lado que mirase podía encontrar aquel color característico del cual no podía escapar, o simplemente no quería, al llegar la noche los recuerdos vividos con Zoro le encendían e incluso había llegado a tenerlo en sus sueños despertando con una dolorosa erección.

-¿Qué me has hecho?-preguntaba frutado mientras acariciaba lentamente su miembro.

Rodeando su glande, imaginando que era la mano del moreno quien lo hacía quien subía y bajaba, apretándole haciéndole gemir quedamente.

Llevo sus dedos a su boca donde los humedeció y una vez listos acaricio su entrada, ahora para mayor comodidad sobre la cama se había puesto en cuatro, levantando su pelvis dejando que uno de sus dedos ingresara provocándole jadear. Dos, tres dedos en total dentro de sí mismo buscando aquel punto que le volvía loco mientras que su otra mano seguía masturbándole.

-¡Ah!-delicioso, lo había encontrada temblando en el proceso pero sin detenerse una y otra vez sintiendo como la sensación se empezaba a centrar en su vientre, la sensación tan conocida de ese cosquilleo que le avisaba que estaba por venirse.-Zoro...Zoro-gemía su nombre y lo sintió apretó su propios dedos y sin más se corrió.

Agitado y cansado, se había acostado a duras penas de lado para evitar mancharse más de lo que ya estaba, tendría que cambiar las sabanas cuanto antes e incluso abrir las ventanas.

-¡Maldición, eres un estúpido Sanji!-se recrimino- Debes olvidarlo, es algo que no volvería a suceder algo que no sabes ni porque paso-se lamentó.

Ese sería el último día en aquella isla, así que se dispuso a ir al mercado para abastecerse de todo lo necesario para el viaje, salió después de acomodar el dormitorio y bañarse. Una vez ahí compro como para cinco meses y es que con Luffy aquello apenas duraría para tres o máximo cuatro "semanas" y eso es el por qué nunca tenían suficiente dinero para todo.

Se disponía a ir al barco cuando vio a sus queridas damas comprando libros y ropa junto con el pequeño renito quien de seguro ya tendría sus nuevas plantas y medicinas y como olvidar al pobre de Ussop quien cargaba las compras de la navegante a regañadientes seguramente le habría pedido dinero a Nami y esta sabia como aprovechar de ello con sus "impuestos".

Más cuando iba a acercarse a ellos encontró a su capitán haciendo alboroto como siempre pero esta vez acompañado de Roronoa y su amiga Emi, los tres parecían divertidos por alguna situación aunque algo le molesto y precisamente fue que la pelinegra se acercaba demasiado al moreno tanto que sus cuerpos chocaban pero al parecer sin molestar al peliverde.

¿Por qué esa ira a penas contenida dentro de sí? ¿Celos? No, imposible es decir tendría que admitir que le gustaba el moreno y ya nada podía hacer para cambiarlo y que desearía que aquella noche se repitiera unas cuantas veces más pero celos no tenía razón para tenerlos no es como si él...como si él...

-No compañero no confundas las cosas-se dijo mientras llevaba su mano a su cabeza golpeándose un poco.

Dejo pasar a todos nakamas por alto y se dirigió al Sunny donde encontró a Franky revisando que todo estuviera en orden con su amado y preciado barco y a Brook quien ayudaba en esto también quien al momento de ver a Sanji se acercó para ayudarlo a guardar las cosas, no negaría que en aquel momento necesitaba distraerse y la compañía del huesos le seria perfecta.

Pasaron hablando de cosas triviales mientras acomodaban las compras en la bodega al que tiempo después se unió el peli azul, sus nakamas eran unos locos al igual que divertidos, le caían bien no importa si tenía su forma tan extraña y ruda de tratarlos pero ellos jamás se habían quejado además de que eran amigos y simplemente con ellos podía hablar sin impedimentos.

La noche había llegado y con ella todos sus nakamas al igual que la pelinegra quien se despidió de todos especialmente de Roronoa con un efusivo abraso y sin saber que el rubio se encontraba cerca escuchando las palabras de la mujer: "si te gusto lo que paso solo debes hacerlo de nuevo yo estaría más que dispuesta a ayudarte" le dijo guiñándole el ojo y besado su mejilla, una vez teniendo a todo a bordo y sin más que los atara zarparon.

¿Qué habían hecho? ¿Acaso eso dos? Cálmate o terminaras quemando la cena, volvió en si mientras preparaba la comida, si hacia cuentas habían pasado cuatro días cuando él y el peliverde se habían acostado y ahora ¿ellos habían tenido algo más que una relación de amistad? Bueno quien era él para decir algo después de toda su relación también era algo que incluía amistad.

Tan concentrado estaba en sus pensamientos que no se dio cuanta cuando alguien ingreso en su sagrada cocina buscando algo que para él era un manjar, y al ver que el rubio no le recibía como siempre ya saben con insultos e incluso patadas para evitar que le robara unas botellas de sake se detuvo a observarlo verlo moverse de un lado a otro mientras cocinaba probando el sabor y verificando que para sin lugar a dudas le quedaba excelente incluso verle mordiendo sus labios y también darse cuenta de que se había perdido en sus pensamientos en alguno que al parecer el conocía porque ese sonrojo en las mejillas del oji azul solo podía ser de "esa noche" aunque quien le podía asegurar que el cocinero no hubiese vuelto al burdel y terminado el trabajo que él ese día se lo había impedido.

-Vas a quemas la comida-le dijo molesto.

-¿Eh?-el rubio había reaccionado.

Miro su comida y se apresuró a apagarla, tenía suerte o desgracia que el moreno apareciera evitando de que ciertamente quemara la cena, ahora respiraba profundo tratando de calmar su mente y su "inevitable" creciente erección que se formaba en sus pantalones, admitía que era joven pero esto ya era demás parecía un adolecente con las hormonas alborotadas.

-No se iba a quemar-le hablo, su orgullo no le permitía aceptar su error y menos con el moreno.

Lo enfrento y lo miro con ínfulas superiores, mirando la botella en la mano y sintiendo todas esas ganas de discutir incluso de pelear con el moreno como en los viejos tiempos acumulándose en su interior.

-¡Maldito musgo, cuantas veces te he dicho que dejes de tomar antes de la cena!-le grito, se sienta bien.

-Déjame, no eres nadie para decirme lo que tengo y no que hacer-le regreso el peliverde.

Pero antes de poder seguir la puerta se abrió dejando pasar a su pequeño capitán quien gritaba alegremente por su carne, viéndoles que estaban en sus típicas poses de riña, se rio de eso pero insistió en su comida por lo que Sanji se separó del moreno dictando que no le daría sake después. Todos cenaron como siempre entre risas y procurando que Luffy no robara sus porciones.

Oh pero algo que ambos no recordaron o no quisieron pensar es que al estar en la isla tenían sus habitaciones propias y separando al uno del otro pero ahora en el barco ellos estaban en el cuarto de los chicos separados a penas por la cama (cama-hamaca) de Brook y Franky que únicamente se encontraba el músico ya que el otro haría la guardia ese noche.

Ahora con las luces apagadas dando la espalda para el lado del peliverde sentía la necesidad de verlo pero con todas las fuerzas de su orgullo y el sueño se dejó llevar quedándose dormido aun con la sensación de la mirada de alguien.

Todo por tu culpa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora