Dolor

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Era un día lunes por la mañana, como siempre Sanji se había levantado temprano para preparar el desayuno de la tripulación, la arqueóloga bajaba de hacer vigilia por lo que el rubio opto por permanecer en la cocina sin más que mirarla ya que la fémina tenía un carácter fuerte en la mañana y más si no había dormido por lo que era preferible saludarla cuando hubiese descansado.

La comida de ese día seria estupenda y deliciosa, como siempre, estaba de buen humor sobre todo por la "buena noche" que había pasado involucrando a un marimo con el cual a pesar de seguir con su vieja costumbre de pelear por cualquier cosa les iba bien.

-Pero uno de estos días-decía con una sonrisa-Uno de estos días seré yo quien te lo haga.

Las veces que había intentado dominar en la cama habían sido contadas resultando en intentos fallidos, tenía la fuerza y la habilidad para someter al moreno el problema era que Zoro siempre se salía con la suya, no podía evitarlo era un amante excepcional aunque al principio habían tenidos sus tropiezos ahora les iba muy bien.

De hecho se percató de que a pesar de que habían pasado por algunas islas, después de todo había trascurrido cuatro semanas de sus encuentros y un mes tres días desde la "primera vez", él no había sentido deseo alguno por las mujeres que conocía.

Es decir el deseo se encontraba presente, la amabilidad y el respeto también pero al momento de la verdad cuando quería ligar con alguien e irse con ella a solas no le apetecía sentía como un rechazo. Noto también que el moreno tampoco se iba con alguna mujer.

La primera semana de sus encuentros con Zoro, tanto él como el moreno no se habían limitado al encuentro casual con alguna mujer en sus cortas estadías en las islas al igual que en la segunda pero la tercera semana simplemente el sentimiento de un encuentro con alguna fémina le parecía nulo, casi inexistente, no negaría que les seguía pareciendo la obra más perfecta y encantadora sobre la faz de la tierra pero ahora las admiraba de lejos sin "acercarse tanto a ellas en esos términos". Aunque no sabía la razón por la cual el peliverde lo había dejado.

-Respeto supongo-se decía el rubio-Aunque jamás quedamos de acuerdo en nada-se dijo intrigado.

Bueno no importaba las razón o a lo mejor el moreno era demasiado discreto y simplemente él no había visto cuando se escaba, pero lo mejor era no pensar en ello puesto que si lo hacía solo le fastidiaría el día.

-No son celos-dijo mientras prueba el sabor de la sopa-¡Genial sabe estupendo!-se halago a sí mismo.

A las diez de la mañana todo estaba listo al igual que sus somnolientos nakamas a parecieron en la cocina en busca de su desayuno, una vez todos sentados el ojiazul empezó a repartir la comida.

Sus miradas se encontraron y Sanji le dedico una sutil sonrisa contestada con una intensa mirada cargada de ansias lo cual provoco que el calor de sus cuerpo aumentara, sin olvidarse de su tarea el desayuno comenzó sin contratiempos. Risas, gritos y halagos iban y venían algo normal dentro de esta tripulación.

El primero en acabar fue el cocinero pero aquel día era el turno de Usopp de lavar los platos por lo que opto por dejar el suyo en el fregadero y viendo que tenía unas naranjas recién recolectadas se le vino una idea a la mente.

Es ahora que se saldría con la suya, con delicadeza pero sin perder su masculinidad contorneaba sus caderas siguiendo el ritmo de una canción imaginaria, para sus nakamas esto sería como ver a un Sanji alegre de preparar los postres para sus queridas damas pero para alguien en especial, le fue una clara señal.

Un movimiento tan sensual y erótico, divertido y enloquecedor, que no podía apartar su mirada del blondo era como si solo estuvieran ellos, los demás pasaron a segundo plano, tan hipnotizado estaba que no se dio cuenta que algunos de ellos habían caído en cuenta de esa atmosfera creada alrededor de los dos haciéndolos sentirse intrusos.

Todo por tu culpa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora