Together [ Eaktrap ]

#12

—¿Sabes que día es hoy?
—No.
—¿Seguro?
—Si.
—Pues hoy es el día...
—Hoy es el día...
—¡De que vayas a hacer las compras!
—¿Y porqué no vas tú?
—Yo e ido el resto de veces, ahora te toca a ti.
—¿Y si mejor vamos los dos?
—Sólo vas a andar merodeando por ahí y realmente no me vas a ayudar.
—Pero te gusta mi compañía.
—Yo compro, tu cargas las bolsas.
—Trato echo.

•

Odiaba ir con Towntrap a hacer las compras por el simple hecho de que siempre caía después de escuchar el "yo compro, tu cargas las bolsas" sin recordar que él era un completo maniático y se quería llevar la sección de frutas y verduras completas.

Normalmente terminaba cargando tres toneladas, aún siendo un poco más bajo y más pequeño que él.

Y mientras tanto caminaban, desde una punta hasta la otra del lugar repetidas veces, llenando el carrito de compras. Bueno, realmente sólo era Towntrap, porque Eak únicamente iba en busca de pruebas gratuitas de comida.

—¡Eh, carnal, ven a ver esto!
—¿Qué?
—Prueba esta carne de aquí.
—Pero Eak, tu sabes que yo-
—¡No se preocupe!—interrumpió, co leyendo la mente, la señorita que atendía el pequeño puesto—es de soya.
—¿Y porqué tu estás comiendo esto?
—Pues yo no sabía lo que era esta madre, hasta ella lo dijo y la verdad no está tan mal.
—Pero tengo las manos llenas...—Eak se giró y tomó un pequeño trozo para, luego, dárselo a Towntrap directamente en la boca.
—¡Está bueno!—dijo, mirando a la señorita— deme dos.
Ella se encargó de darle dos paquetes y mostrarle las indicaciones al reverso.

Agradecieron y, tras ello, simplemente se dieron la vuelta y fueron caminando hacia a donde estaba el carrito. Sin embargo, la señorita habló una vez más.

—¡Son una bonita pareja!

Al milisegundo que dijo eso, Towntrap se atragantó con la saliva e Eak tropezó.
Movió el carrito, que se impulsó directamente hacia la torre que formaban varias latas de fruta en conserva apiladas unas sobre otras.
Y calló, haciendo un sonido estruendoso.

Hubo unos minutos de total silencio.

Towntrap se mantenía totalmente quieto, hasta que sintió como su amigo lo jalaba del brazo.

—Wey—dijo él, en voz baja, mientras casi todos iban al lugar del incidente.
—¿Qué?
—Corre.

•

—¿¡Te das cuenta de lo que acabamos de hacer!?—gritaba, histérico.
—¡No teníamos otra opción!
—¡Pero eso está mal!
—Dejaste todo tu dinero con una nota que decía "lo siento".
—¡Sigue estando mal!
—No va a pasar nada...
—Eres un idiota, ¡estoy temblando!

Eak rodó los ojos y se acercó a él, revolviendo su cabello.

—Eres una lindura.