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—Es como si te hubieras comido todo mi dinero...
—Tenía hambre después de todo ese trabajo.

Caminaban, tranquilos, bajo el cielo teñido de matices naranjas y rojos. Era un bonito atardecer.
Y hablaban como todos los días. Se miraban, riéndose de su charla. Cada uno le ponía más atención a cualquier cosa de la cara del otro que a la plática.
El color de sus ojos, su expresión. La forma en la que de reían, en la que hablaban.

A Eak le gustaba la forma de ser de su amigo. Inocente, amable, optimista. Le gustaba el cómo siempre estaba alegre e intentaba contagiar esa alegría a la gente a su alrededor. A veces le miraban raro y otras más le seguían el juego.
Por eso se prometió proteger aquellas ganas de vivir, aquella luz en sus ojos. Para que así Towntrap nunca tuviese que cambiar.
Por que le gustaba. Su personalidad, claro.

—¿Si ya sabes lo mucho que como para que me invitas?
—¡Yo no te invité! Tu me obligaste a pagar.
—Tu no me dijiste que no.
—Bueno, hiciste que me quedara sin dinero...—dijo, antes de mirar a Eak con cierta malicia—...pero creo que todavía me queda lo necesario para hacer un par de jugos de manzana para unos días...
—Hey, no, no, no. Estás zafadito si crees que me voy a tomar esa cosa, carnal.
—Si no quieres comer...—antes de terminar, el cielo se oscureció de golpe. Y entonces cayó la lluvia.

De un momento a otro se vieron empapados. Pero, al menos, no estaban tan lejos de lo que ahora era su casa.
Antes de ello, se refugiaron debajo de una saliente de un edificio. La lluvia era fuerte.

—¿Y qué hacemos ahora?—A Eak no le agradaba para nada ese clima.
—Pues no estamos tan lejos de casa, si corremos...
—¡No pienso correr debajo de esta lluvia!

Y antes de que siquiera pusiese una objeción, su amigo lo tomó de las muñecas y comenzó a correr.

—¡No fue una pregunta!
—¡Ya lo noté!—se gritaron, ya que el eco de las gotas golpeando el asfalto era ensordecedor.

Hacía frío, se estaba empapando de pies a cabeza y además llevaba puesta una chamarra nueva.
A pesar de ello, lo siguió.
Lo siguió al sentir el tacto de las manos del otro en sus brazos y su mirada.
Lo siguió al ver lo feliz que Towntrap parecía. Al ver su sonrisa sincera, como la de un niño, al divertirse.
Y corrieron y jugaron debajo de la lluvia fría por unos minutos más antes de llegar a su destino. El piso que hacía unas horas estaba perfectamente limpio, terminó mojado y sucio. Pero no dijeron nada, no era su culpa.

—¿Ves? No fue tan malo. —el pelirrojo sonrió.
Y el sintió que en verdad haría todo por ver esa sonrisa todo el tiempo.
—No lo fue. Tal vez es porque estaba contigo.
—¿Y?
—Haces que todo a mi alrededor sea mejor.

Hubo un silencio. Un silencio tenso, al menos para Eak. Había hablado sin pensar. Otra vez.

—Hey— Un golpe en el hombro directo de su amigo le hizo reaccionar.—decirme cosas bonitas no va a cambiar el hecho de que vas a desayunar, comer y cenar jugos verdes, ¿eh?—le dijo, sonriendo burlonamente— no vas a conseguir tu objetivo esta vez.

Eak se confundió porque lo había dicho sin ninguna intensión. Sólo lo miró irse a la cocina escurriendo agua de las mangas del suéter con un calor abrasador en la cara molestándole.


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Este me gustó porque me imaginé las escenas bien gays ahr

Together [ Eaktrap ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora